11 de Noviembre – Ladrillos espirituales – Un Rayito De Luz Para Cada Día

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas”…

 11 de Noviembre – Ladrillos espirituales – Un Rayito De Luz Para Cada Día

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).

Frente a la escuela donde trabajo había una casa bellísima. Tenía muchos años, y quienes conocieron a su propietaria, dijeron que era la hija de un capitán inglés. Una dama honorable y fina. Muchas veces observé esa construcción dañada, por el paso de tantos años. Sus puertas de hierro labradas, sus farolas grandes y otros detalles perceptibles, hablaban de una opulencia pasada.

Cuando vi que el cartel de venta había sido retirado pensé en cómo la irían a hermosear. Pero para mi asombro cada día iban demoliendo la inmensa mansión. Volví a pensar: van a hacer algo grandioso. Pero al tiempo, nuevamente apareció el cartel de venta en aquel terreno donde solo quedan ya ruinas. Preguntando, averigüé que el dueño administró tan mal sus recursos económicos que demolió y después no le alcanzó ni siquiera para comenzar la nueva obra.

Jesús planificó de manera excelente nuestra vida al crearnos. ¿Te pusiste a meditar en cuán maravillosamente bien nos hizo? Somos únicos, irrepetibles. Pero aún falta acabar “la buena obra” que él comenzó en nosotros, sus hijos. La obra de la salvación no es solo conocer a Jesús; este es el comienzo. Continúa con la obra de la santificación que es aquella mediante la cual nos vamos asemejando cada día a Jesús a través de la contemplación. Nos cambia tanto que se transforma en una nueva naturaleza, que anhela su santidad. Su Santo Espíritu nos guía, indicándonos qué hacer y cuán importante es obedecer. Si la obra de la salvación dependiera de nosotros, sería dudoso que llegásemos hasta el final. Pero Dios comenzó la buena obra en nosotros y él “será fiel en completarla” (Fil. 1:6).

Alguna vez alguien nos habló de Jesús o compartió su Palabra y fuimos persuadidos, convencidos a tomar una decisión. Pablo estaba persuadido de que la obra que se había comenzado entre los filipenses no quedaría inconclusa, sino que la concluiría, ¡llegaría hasta el final! Esa obra no es como la que comienzan muchos hombres y que queda destruida y abandonada. Hablamos hoy de la obra más grande jamás construida, pero todavía no acabada: la salvación. Deja que el Señor te transforme en algo nuevo, y permite que Dios concluya su obra en ti. Mirta

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