Retrocedamos un poco en el tiempo y ubiquemos la época en que yo tenía tu edad. No necesitas una máquina del tiempo, pero sí un poco de imaginación para visualizar algo que quizá no hayas visto: escribir una carta a mano. Para hacerlo, usaba papel, lápiz y una mano firme para dibujar letra por letra lo que quería expresar. Si me equivocaba, no quedaba otra que hacer un bollito con el papel y empezar de nuevo.
Para proteger el contenido privado de la carta, doblaba el papel prolijamente, y la introducía dentro de un sobre. La llevaba a la oficina de correos donde, después de pagar, le colocaban el sello postal o estampilla para ser enviada por cielo, mar o tierra, viajando kilómetros, tardando días, semanas y hasta meses, para que mi mensaje pudiera llegar.
Ahora volvamos al tiempo actual, en que el desarrollo de la tecnología y las comunicaciones digitales ha cambiado la manera de enviar un mensaje. No más oficinas de correos, no más letras dibujadas ni papeles arrugados, no más viajes de larga distancia y tiempos largos, ahora todo se envía con un clic, y el mensaje llega casi inmediatamente. En algunos casos, estos mensajes pueden hacerse virales y ser visto por miles y miles de personas.
¡Guau! ¿No es sorprendente? Los tiempos cambian, pero una carta escrita a