Pero el anciano les respondió:
–¿Cómo saben que eso es buena suerte?
A los pocos días, el hijo estaba trabajando con los caballos, cuando fue arrojado al suelo y se quebró una pierna. Los vecinos vinieron esa misma noche para manifestar su tristeza y dolor al granjero y dijeron:
–Tu hijo se ha roto una pierna, ¡qué mala suerte!
El viejo granjero respondió una vez más:
–¿Cómo saben que es mala suerte?
La siguiente semana pasó el ejército por el pueblo reclutando soldados para la guerra. Pero el hijo del granjero se salvó de ir gracias a su pierna rota.
¿Qué podemos aprender de esta historia? Que los hijos del Altísimo no tienen ni buena ni mala suerte, tienen un plan de Dios para sus vidas. No debes impacientarte porque hay cosas en tu vida que no suceden como quisieras. Hay que saber esperar, como el ancianito. No importa si lo que te sucede es malo, Dios puede convertirlo en una bendición. Ten paciencia y confía en los planes de Dios aunque ahora no entiendas por qué te suceden algunas cosas. Llegará el día cuando puedas ver el panorama completo, cuando te convenzas de que si hubieras sabido lo que Dios sabía, habrías conducido tu vida como él lo hizo. Dale tiempo para que él pueda mostrar sus bondades, su cuidado, su voluntad y