lavado los platos y el repasador de sus muñecas. En cambio, al lavarse las manos, no enjuagó la pileta ni se fijó que sus manos seguían sucias, por lo cual también ensució la toalla. Entonces, se dirigió al baño, enjuagó la pileta y cambió la toalla por una limpia. Luego fue a la cocina donde estaba su mamá.
–Mami, el agua de afuera es la misma que la de adentro.
–¿Estás segura?
–Sí. El problema era yo. Ahora limpié la pileta con el mismo cuidado con que limpio los platitos de mis muñecas. Trataré de ser cuidadosa siempre.
¿Te ha pasado lo mismo que a Gladys? ¿Descuidas algunas tareas pensando que no son tan importantes o que nadie notará si están mal hechas? Vuelve a leer el versículo de hoy. Dice que si sabemos hacer las cosas bien, y no las hacemos, estamos pecando. ¿Pecando? Sí, cuando somos descuidados y no hacemos las cosas bien (¡y sabemos cómo hacerlas!), estamos pecando.
¿Te gusta que te tengan en cuenta para tareas importantes? Tal vez necesites, como Gladys, proponerte hacer las cosas bien y con esmero SIEMPRE, sin excepciones, honrando al Señor en cada acto. ¿Te animas? Gabriela
(Adaptación del relato “Gladys era diferente”, de Enola Chamberlin, El Amigo de los niños, año 3, cuarto trimestre de 1977, N° 4).