19 de Octubre – De “hijo del trueno” a “discípulo amado” – Un Rayito De Luz Para Cada Día

“Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra” (Mateo 5:5). La mansedumbre es una característica hermosa que tienen ciertas personas…

 19 de Octubre – De “hijo del trueno” a “discípulo amado” – Un Rayito De Luz Para Cada Día

“Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra” (Mateo 5:5).

La mansedumbre es una característica hermosa que tienen ciertas personas que han nacido con un temperamento más dócil o que han aprendido poco a poco a ser nobles y a tener un corazón compasivo y sabio capaz de saber cuándo es prudente hablar y defenderse y cuándo es prudente callar. Ya habrás notado que esto es más fácil para algunos que para otros.

En Gálatas 5:22 y 23 aparece el fruto del Espíritu Santo, y entre las cualidades que se mencionan está la mansedumbre. Lo impresionante de este fruto es que no fluye naturalmente en nosotros, sino que es dado o regalado para cambiar lo malo en bueno. Es importante aclarar que ser manso no significa ser débil, tímido, ni mucho menos cobarde. Es justamente lo contrario, ya que para ser manso y humilde es necesario ser valiente y fuerte.

Jesús fue manso en ciertas oportunidades, especialmente las horas antes de morir en la cruz; pero también vemos a Jesús usando palabras firmes y defendiendo a su Padre celestial y a sí mismo cuando lo cuestionaban o trataban de hacerle trampas; allí Jesús no se muestra débil ¡ni menos cobarde!

A Juan se lo llamaba “hijo del trueno” antes de ser discípulo de Jesús, y eso no suena muy amigable, suena más bien a ser agresivo y enojón. Sin embargo, después de pasar tres años y medio al lado de su Maestro tuvo una transformación en su forma de ser y llegó a ser el discípulo “amado”. De hecho, aunque Juan escapó cuando Jesús fue arrestado, apareció junto a él cuando

estaba en la cruz, pero no él solo, sino con María, la madre de su Maestro. Y en ese preciso momento, conociendo Jesús el carácter transformado de Juan, le dijo a su madre en Juan 19:26 y 27: “¡Mujer, he ahí tu hijo! Después dijo al discípulo: ¡He ahí tu madre! Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su propia casa”. Está muy claro que Jesús no hubiera dejado a su madre en manos del “hijo del trueno”, ¿cierto? Él la amaba y necesitaba que la cuidaran y protegieran, y la persona ideal fue Juan por su carácter manso y bondadoso. Sin duda, Juan había recibido el fruto dado por el Espíritu Santo.

Y tú ¿eres manso? Pide en oración recibir este don o regalo del Cielo para que tengas un corazón manso y humilde cada día, y así puedas también heredar la tierra prometida como recompensa. Nina

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