28 de marzo – Lágrimas que curan – Devoción Matutina 2025 para Damas | Amanecer con Jesús

«Antes que mi pan, llega mi suspiro, y mis gemidos corren como el agua» (Job 3: 24). El dolor no…

 28 de marzo –  Lágrimas que curan – Devoción Matutina 2025 para Damas | Amanecer con Jesús

«Antes que mi pan, llega mi suspiro, y mis gemidos corren como el agua» (Job 3: 24).

El dolor no hace cita, no llama, no se anuncia; llega de repente a la puerta y lo reciben con lágrimas quienes dan la bienvenida al inesperado dolor. Nunca estaremos preparadas para recibirlo, y aun cuando supiéramos que llegará, nadie está diseñado para tener una cita romántica con el dolor.

«Ya no llores», le dijeron a una madre cuyas lágrimas brotaban por la repentina pérdida de su hija. ¿Pero cómo no va a llorar? Mi razonamiento es que no acaba de perder un zapato, no le acaban de arrebatar la cartera, sino que se ha ido una parte de su corazón. Mi consejo fue distinto, «llora», le dije, «llora todo lo que puedas y entonces déjate consolar por Jesús. A su tiempo él te dará el bálsamo sanador y la paz volverá a tu vida».

Mientras hacía mis prácticas de enfermería en un centro de salud, llegó un paciente diabético con una herida grande en el pie derecho. Aparente- mente, presentaba bordes cicatrizados y me parecía que estaba sanando. Entonces la enfermera que lo atendía me indicó que le cortara todo el tejido engrosado y oscuro. Tomé el bisturí y al cortar, la sangre brotó y me asusté, pero ella dijo: eso tiene que pasar para que la herida pueda sanar desde adentro. Ese procedimiento se denomina «desbridamiento». Si no lo hacemos, la herida aparentemente estará cerrada por fuera, pero por dentro seguirá dañando los tejidos.

Así como la sangre debe brotar para curar, las lágrimas son importantes en el proceso de curación de las heridas del alma. Son las que hacen la ci- catrización del dolor que viene desde muy adentro de nosotras. Una mujer que quiere verse fuerte puede aguantar las lágrimas y estar sana aparente- mente, pero una mujer de fortaleza se permite llorar sabiendo que Dios está limpiando verdaderamente su corazón.

Job también lloró en medio de la angustiosa prueba a la que fue sometido. Lo imagino como él mismo se describe tratando de comer en el polvo un bocado de pan mientras solloza, suspira y las lágrimas le corren por las mejillas. No se hizo el fuerte por confiar en su Dios, sino que tuvo fortaleza en medio del dolor.

Querida amiga, la buena noticia hoy es que tenemos un Dios maravillo- so que no dejará que nuestras lágrimas corran en vano. Confía en que él está «desbridando» tu herida y pronto tu corazón estará completamente sano.

#pdfelizporlasanación

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