Cuando pienso en Cristóbal, pienso en un niño de once años que irradia luz. Este año se incorporó al colegio. Desde el primer momento saludó atentamente aunque no conocía a nadie. Sonríe seguido, comparte y juega con todos sin excepción. Además estudia para ponerse al nivel de sexto grado. Es servicial y amable… ¡Una lucecita!
Jesús no especificó el tipo de luz que debemos ser. Luz grande y potente, o pequeñita y débil. La luz es luz y está destinada a iluminar y a quitar la oscuridad. Tú y yo somos luces. ¿Por qué Jesús habrá elegido la luz para representar a sus seguidores?
Hubo en la antigüedad un científico inglés llamado Isaac Newton que se dedicó a estudiar la luz. Veamos un poquito qué aprendemos de sus aportes a la ciencia. Como ya sabes, si la luz blanca pasa por un prisma, se descompone en siete hermosos colores. ¿Te diste cuenta de que cuando comienza a amanecer todo es gris, igual que cuando comienza a atardecer y los rayos del sol ya no emiten su luz? La naturaleza adquiere color a partir de la luz. Es algo muy bonito de ver, especialmente si madrugas.
Por otro lado, si estás en un cuarto oscuro, no es fácil adaptarse inmediatamente a una habitación iluminada. Los ojos tienen que acostumbrarse, de a poco. Por eso entrecerramos los párpados. Eso me hace pensar en lo que dijo el apóstol Pablo, que se expresó con estas palabras en Efesios 5:8 y 9: “Ustedes antes