–¡Oh, no! Creo que esta cosecha será terrible. La mayoría de las espigas están inclinadas, como desmayadas, seguramente no valen nada. En cambio, las que tienen la cabeza erguida sin duda serán las mejores. ¿Verdad, papá?
El padre se acercó a las espigas, tomó algunas, se las mostró a sus dos amados pero inexpertos hijos, y les dijo:
–Miren bien. ¿Ven estas espigas que con tanta altivez levantan la cabeza? Pues están enteramente vacías, y por eso pueden levantar su cabeza. Sin embargo, las que se doblan con tanta modestia, lo hacen por el peso, y están totalmente llenas de hermosos granos.
En esta historia, las espigas simbolizan a las personas. Quienes saben “inclinarse” o ser humildes resultan más nobles y útiles. Las que están “erguidas” por el orgullo o la vanidad son personas vacías y de poca utilidad. No buscan ni reciben bendición. Solo dependen de su propio entendimiento. Y así, terminan siendo desplazados. ¿Será que hay cristianos de esta clase?
Cuanto más madura y más cargada está una espiga, más baja la cabeza. Cuanto más sabia es una persona, más humilde es. Recuerda: “Véanse ustedes mismos según la capacidad que Dios les ha dado como seguidores de Cristo”. Sé un gran pero humilde seguidor. Magaly