Anna Mary Robertson Moses nació en 1860 en una familia de diez hermanos en una granja en los Estados Unidos. Ella tuvo una infancia feliz. Le gustaba mucho dibujar, y su padre la alentaba a ella y a sus hermanos cuando hacían algo hermoso. A los doce años comenzó a trabajar en otra granja por una paga. Más tarde, con solo veinte años, se casó con un agricultor y, a lo largo de su vida, tuvo diez hijos. ¡Puedes imaginarte que no tenía demasiados ratos libres! Si bien siempre le gustó el arte, le era difícil encontrar momentos en los cuales bordar, algo que le gustaba mucho.
Pasó el tiempo, los hijos de la abuela Moses crecieron, y ella se encontró con que ahora sí tenía tiempo para bordar. Sin embargo, sus manos no la ayudaban, pues tenía artritis. ¿Crees que se desanimó? ¡De ninguna manera! Comenzó a pintar escenas del campo, donde había vivido toda su vida.
Anna Mary ya había pintado un poco antes, pero parecía que siempre había algo más que hacer. Con tantos hijos y el trabajo de la granja, puedes imaginarte que no le sobraba ni un minuto. Me la imagino sentada, lista para comenzar, con todas sus pinturas; pero el bebé lloraba, se derramaba la leche o había que intervenir en una pelea de hermanitos. Y Anna Mary, pacientemente, tenía que dejar lo que quería hacer e ir donde se la necesitaba.
Por eso, si bien había pintado algunas pequeñas cosas antes, recién a los setenta