Jueves 13 de abril – EL EVANGELIO ETERNO

EL EVANGELIO ETERNO “Entonces vi otro ángel que volaba por el cielo con el evangelio eterno para predicarlo a los…

 Jueves 13 de abril – EL EVANGELIO ETERNO

EL EVANGELIO ETERNO

“Entonces vi otro ángel que volaba por el cielo con el evangelio eterno para predicarlo a los que habitan en la Tierra, a toda nación y tribu, lengua y pueblo” (Apoc. 14:6).

Jueves: 13 de Abril

UN MOVIMIENTO MISIONERO

Mediante un estudio perceptivo y profundo de la Biblia, los primeros adventistas tuvieron una comprensión cada vez mayor de la importancia de estos mensajes. Sintieron que Dios tenía un mensaje hecho a medida para esta generación, un mensaje urgente para el tiempo del fin que debe proclamarse a toda nación, tribu, lengua y pueblo, a fin de preparar a un mundo para el regreso de Cristo. El mensaje de los tres ángeles ha sido la motivación para las misiones adventistas desde sus comienzos.

En 1874, la Asociación General envió al primer misionero a Europa. Elena de White consideraba que John Andrews era “el hombre más capaz de nuestras filas”. Andrews hablaba al menos siete idiomas, podía repetir el Nuevo Testamento de memoria y conocía la mayor parte del Antiguo Testamento. Era un erudito brillante, un escritor prolífico, un predicador poderoso y un teólogo competente.

¿Por qué enviar a un hombre así a un lugar donde había muy pocos creyentes? ¿Por qué enviar “al hombre más capaz” que tenían a un campo misionero desconocido? Y ¿por qué él estuvo dispuesto a ir? Su esposa había muerto unos años antes; ¿por qué estuvo dispuesto a dejar atrás a familiares y amigos en Estados Unidos y navegar con sus dos hijos a una tierra desconocida, arriesgando todo por causa de Cristo?

Solo hay una razón: Creía que Jesús vendría pronto, que el mensaje de la verdad para los últimos tiempos debía llegar al mundo entero.

Durante toda nuestra historia, los mejores y los más brillantes han viajado hasta los confines de la Tierra con el fin de proclamar el mensaje de Dios para los últimos días. Eran maestros, personal médico, pastores, agricultores, mecánicos, carpinteros y comerciantes de todo tipo. Algunos eran empleados de la iglesia; pero muchos, no. Eran laicos que creían que Jesús vendría pronto.

Lee Apocalipsis 14:6, Hechos 1:8 y Mateo 24:14. ¿Qué similitud ves en estos versículos?

 

Apocalipsis 14:6

Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,

 

Hechos 1:8

pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

 

Mateo 24:14

14 Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.

La predicación del evangelio eterno atraviesa las fronteras geográficas. Penetra en las regiones más remotas de la Tierra. Llega a personas de todos los idiomas y las culturas. Con el tiempo, impactará al mundo entero. Qué fascinante saber que nuestro mensaje ha llegado hasta ahora a más de 210 de los 235 países del mundo reconocidos por las Naciones Unidas.

¿Qué papel podrías desempeñar tú, y cómo podrías realizarlo de la mejor manera para ayudar a difundir el mensaje de los tres ángeles a cada “nación, tribu, lengua y pueblo”?

Comentarios Elena G.W

Nos ha sido confiada una gran obra, la proclamación del mensaje del tercer ángel a toda nación, tribu, lengua y pueblo. Tenemos tan solo pocos misioneros. Desde nuestra patria y del extranjero nos llegan muchos urgentes pedidos de obreros. Los jóvenes de ambos sexos, los de edad madura, y de hecho, todos los que pueden dedicarse al servicio del Maestro, debieran aplicar su mente hasta el límite, en el esfuerzo de prepararse para contestar a estos llamamientos. Por la luz que Dios me ha dado, sé que no empleamos las facultades de la mente ni con la mitad de la diligencia que debiéramos poner en un esfuerzo para prepararnos para ser más útiles. Si consagramos la mente y el cuerpo al servicio de Dios, obedeciendo su ley, él nos dará fuerza moral santificada para toda empresa (Consejos para los maestros, pp. 200, 201). Dios pide que cada miembro de la iglesia entre en su servicio. La verdad que no se vive, que no se imparte a otros, pierde su poder vivificante, su virtud sanadora. Cada uno debe aprender a trabajar, y a permanecer en su tarea y lugar como uno que lleva una carga… La iglesia entera, obrando como una unidad, combinándose en unión perfecta, ha de ser una agencia misionera viviente, activa, impulsada y dominada por el Espíritu Santo. Es una ley del cielo que así como recibimos hemos de impartir. El cristiano debe ser un agente benéfico para otros; así él mismo se beneficia. «El que saciare, él también será saciado». Proverbios 11:25. Esta no es una simple promesa. Es una ley de la divina administración de Dios, una ley por la cual dispone que las corrientes de beneficencia se han de mantener como las aguas del gran mar, en constante circulación, fluyendo perpetuamente hacia su origen. En el cumplimiento de esta ley radica el poder de las misiones cristianas (En los lugares celestiales, p. 3 19). «Me seréis testigos» Hechos 1:8. Estas palabras de Jesús no han perdido nada de su fuerza. Nuestro Salvador pide testigos fieles en estos tiempos de formalismo religioso; pero ¡cuán pocos, aun entre los que profesan ser embajadores de Cristo, están listos para dar un testimonio fiel y personal por su Maestro! Muchos son los que pueden decir lo que hicieron, osaron, sufrieron, y disfrutaron los hombres grandes y buenos de las generaciones pasadas. Se vuelven elocuentes al presentar el poder del evangelio, que habilitó a otros para regocijarse en penosos conflictos y para quedar firmes contra fieras tentaciones. Pero al par que son tan ardorosos en cuanto a presentar a otros cristianos como testigos por Jesús, no parecen tener ninguna nueva ni oportuna experiencia propia que relatar… Vosotros, los que profesáis estar proclamando el último solemne mensaje de misericordia al mundo, ¿cuál es vuestra experiencia en el conocimiento de la verdad, y cuál su efecto sobre vuestros corazones? ¿Testifica por Cristo vuestro carácter? ¿Podéis hablar de la influencia refinadora, ennoblecedora y santificadora de la verdad tal cual es en Jesús? ¿Qué habéis visto, qué habéis conocido, del poder de Cristo? Sin una fe viviente en Cristo como Salvador personal, es imposible hacer sentir vuestra fe a un mundo escéptico (Obreros evangélicos, pp. 289, 290).

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