Seguramente te gusta la geometría, como a mí. De pequeña me la pasaba construyendo toda clase de figuras y me gustaba clasificarlas por sus nombres. Tal vez ya te hayan enseñado a medir ángulos; se usa un instrumento llamado transportador. ¿Lo conoces?
Hay diferentes tipos de ángulos: agudos, rectos y obtusos. Estos me hacen pensar en personajes bíblicos. Los agudos, que son pequeños, me recuerdan a niños maravillosos de la Biblia: la niña cautiva que ayudó a Naamán, enviándolo junto al profeta Eliseo para sanarse de la lepra; el sobrino del apóstol Pablo, que le avisó a su tío del complot que había contra él para matarlo. También el generoso niño que regaló su merienda para alimentar a la multitud, ¡y tantos otros!
Los ángulos rectos, un poco mayores, me hacen pensar en personas ya adultas que fueron mencionadas en la Biblia como ejemplos de fidelidad: Aquila y Priscila, que ayudaron a evangelizar; Jabes y su maravillosa oración que hasta hoy nos inspira; Eliezer, que viajó hasta cumplir el pedido de Abraham de conseguir una esposa para su hijo Isaac; y otros.
Y, por fin, los obtusos, grandes ángulos de más de 90 grados, que representan a personajes destacados, como David cuando venció al gigante; Moisés cuando abrió por fe el mar Rojo y condujo al pueblo de Israel con paciencia; la valiente reina Ester que intercedió por su pueblo a riesgo de su propia vida; y tantos otros