Lunes 26 de junio – PABLO Y LOS EFESIOS
PABLO Y LOS EFESIOS “Y nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, que se había…
PABLO Y LOS EFESIOS
“Y nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, que se había propuesto en Cristo, para que, llegado el tiempo, reuniera en él, bajo una sola cabeza, todo lo que está en el Cielo y lo que está en la tierra” (Efe. 1:9, 10).
Lunes: 26 de junio
UN MOTÍN EN EL ANFITEATRO
Lee Hechos 19:21 a 20:1. ¿Qué lecciones podemos extraer de esta historia?
Hechos 19:21-20:1
21 Pasadas estas cosas, Pablo se propuso en espíritu ir a Jerusalén, después de recorrer Macedonia y Acaya, diciendo: Después que haya estado allí, me será necesario ver también a Roma. 22 Y enviando a Macedonia a dos de los que le ayudaban, Timoteo y Erasto, él se quedó por algún tiempo en Asia. 23 Hubo por aquel tiempo un disturbio no pequeño acerca del Camino. 24 Porque un platero llamado Demetrio, que hacía de plata templecillos de Diana, daba no poca ganancia a los artífices; 25 a los cuales, reunidos con los obreros del mismo oficio, dijo: Varones, sabéis que de este oficio obtenemos nuestra riqueza; 26 pero veis y oís que este Pablo, no solamente en Éfeso, sino en casi toda Asia, ha apartado a muchas gentes con persuasión, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos. 27 Y no solamente hay peligro de que este nuestro negocio venga a desacreditarse, sino también que el templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada, y comience a ser destruida la majestad de aquella a quien venera toda Asia, y el mundo entero. 28 Cuando oyeron estas cosas, se llenaron de ira, y gritaron, diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios! 29 Y la ciudad se llenó de confusión, y a una se lanzaron al teatro, arrebatando a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de Pablo. 30 Y queriendo Pablo salir al pueblo, los discípulos no le dejaron. 31 También algunas de las autoridades de Asia, que eran sus amigos, le enviaron recado, rogándole que no se presentase en el teatro. 32 Unos, pues, gritaban una cosa, y otros otra; porque la concurrencia estaba confusa, y los más no sabían por qué se habían reunido. 33 Y sacaron de entre la multitud a Alejandro, empujándole los judíos. Entonces Alejandro, pedido silencio con la mano, quería hablar en su defensa ante el pueblo. 34 Pero cuando le conocieron que era judío, todos a una voz gritaron casi por dos horas: ¡Grande es Diana de los efesios! 35 Entonces el escribano, cuando había apaciguado a la multitud, dijo: Varones efesios, ¿y quién es el hombre que no sabe que la ciudad de los efesios es guardiana del templo de la gran diosa Diana, y de la imagen venida de Júpiter? 36 Puesto que esto no puede contradecirse, es necesario que os apacigüéis, y que nada hagáis precipitadamente. 37 Porque habéis traído a estos hombres, sin ser sacrílegos ni blasfemadores de vuestra diosa. 38 Que si Demetrio y los artífices que están con él tienen pleito contra alguno, audiencias se conceden, y procónsules hay; acúsense los unos a los otros. 39 Y si demandáis alguna otra cosa, en legítima asamblea se puede decidir. 40 Porque peligro hay de que seamos acusados de sedición por esto de hoy, no habiendo ninguna causa por la cual podamos dar razón de este concurso. 41 Y habiendo dicho esto, despidió la asamblea.
1 Después que cesó el alboroto, llamó Pablo a los discípulos, y habiéndolos exhortado y abrazado, se despidió y salió para ir a Macedonia.
El testimonio de Pablo en Éfeso, una ciudad grande y sofisticada, fue tan eficaz que impactó en un motor económico importante para la ciudad: el turismo centrado en el Templo de Artemisa. ¡Y qué templo era aquel! Esta magnífica estructura estaba compuesta en parte por 127 pilares, cada uno de 18 metros de alto, de mármol de Paros, un mármol blanco puro, impecable, sumamente apreciado para las esculturas. Treinta y seis de estos pilares estaban esculpidos y cubiertos de oro, lo que daba al templo su reputación de una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.
Preocupado porque la retórica contra la idolatría de Pablo estaba drenando el apoyo financiero del templo (Hech. 19:27), Demetrio, el platero, azuzó a sus compañeros artesanos hasta que se pusieron frenéticos. En el mercado rápidamente se formó una multitud sumamente enfadada, que se fue engrosando a medida que avanzaba hasta el gran anfiteatro, con capacidad para unas 25.000 personas. Allí continuó la conmoción, con dos horas continuas de gritos “¡Grande es Diana de los efesios!” (Hech. 19:34). Después de que el secretario municipal dispersó a la multitud, Pablo se reunió con los creyentes y abandonó la ciudad.
Al final de su tercer viaje misionero, Pablo se reúne con los ancianos de la iglesia de Éfeso. ¿Cómo resumirías las preocupaciones de Pablo? (Ver Hech. 20:17–38).
Hechos 20:17–38
17 Enviando, pues, desde Mileto a Éfeso, hizo llamar a los ancianos de la iglesia. 18 Cuando vinieron a él, les dijo: Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el primer día que entré en Asia, 19 sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos; 20 y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas, 21 testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo. 22 Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer; 23 salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones. 24 Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. 25 Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino de Dios, verá más mi rostro. 26 Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos; 27 porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios. 28 Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. 29 Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. 30 Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. 31 Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno. 32 Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados. 33 Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado. 34 Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido. 35 En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir. 36 Cuando hubo dicho estas cosas, se puso de rodillas, y oró con todos ellos. 37 Entonces hubo gran llanto de todos; y echándose al cuello de Pablo, le besaban, 38 doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, de que no verían más su rostro. Y le acompañaron al barco.
Una cronología orientativa de la relación de Pablo con Éfeso:
- 52 d.C.: Breve visita inicial de Pablo a Éfeso (Hech. 18:18–21).
- 53–56 d.C.: ministerio de tres años de Pablo en Éfeso (Hech. 19:1–20:1). Redacta 1 Corintios casi al final de su estadía allí (1 Cor. 16:5–9).
- 57 d.C.: Estando en Mileto, Pablo se reúne con los ancianos de Éfeso (Hech. 20:17–38).
- 62 d.C.: Pablo redacta su carta a los Efesios probablemente desde su confinamiento en Roma.
“Por tanto, velen, acordándose de que por tres años, de noche y de día, no cesé de amonestar con lágrimas a cada uno” (Hech. 20:31). ¿Sobre qué crees que Pablo advertiría a nuestra iglesia hoy, y por qué?
Comentarios Elena G.W
En su discurso Demetrio había indicado que su oficio estaba en peligro. Estas palabras revelan la verdadera causa del tumulto de Éfeso, y también la causa de mucha de la persecución que afrontaron los apóstoles en su trabajo. Demetrio y sus compañeros de oficio vieron que por la enseñanza y la extensión del evangelio, el negocio de la fabricación de imágenes estaba en peligro. Los ingresos de los sacerdotes y artesanos paganos estaban comprometidos y por esta razón levantaron contra Pablo la más acerba oposición.
La decisión del escribano y de otros que ocupaban puestos de honor en la ciudad, había puesto a Pablo delante del pueblo como una persona inocente de acto ilegal alguno. Este fue otro triunfo del cristianismo sobre el error y la superstición. Dios había levantado a un gran magistrado para vindicar a su apóstol y detener a la turba tumultuosa. El corazón de Pablo se llenó de gratitud a Dios porque su vida había sido conservada y el cristianismo no había cobrado mala fama a causa del tumulto de Éfeso (Los hechos de los apóstoles, p. 239).
Pablo, además de trabajar en público iba de casa en casa predicando el arrepentimiento para con Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo. Se encontraba con los hombres en sus hogares, y les rogaba con lágrimas declarándoles todo el consejo de Dios. Jesús entró en contacto personal con los hombres. No se mantuvo apartado de los que necesitaban su ayuda… Hemos de acercarnos a los que necesitan nuestro ministerio Hemos de abrir la Biblia a su comprensión, presentar las demandas de la ley de Dios, leer las promesas a los que vacilan, instar a los que demoran, despertar a los descuidados, fortalecer a los débiles.
No descuidemos la tarea de hablar a nuestros vecinos y de hacerles todo el bien que podamos… Necesitamos buscar el espíritu que impulsaba al apóstol Pablo a ir de casa en casa, suplicando con lágrimas, y enseñando «acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo» (Reflejemos a Jesús, p. 237).
Hay mil tentaciones disfrazadas y preparadas para aquellos que tienen la luz de la verdad; y la única seguridad para cualquiera de nosotros consiste en no recibir ninguna nueva doctrina, ninguna nueva interpretación de las Escrituras, sin someterla primero a hermanos de experiencia. Presentádsela con un espíritu humilde y dispuesto a recibir enseñanza, con ferviente oración, y si ellos no la aceptan, ateneos a su juicio…
Satanás está trabajando constantemente; pero pocos tienen idea alguna de su actividad y sutileza. El pueblo de Dios debe estar preparado para resistir al astuto enemigo. Esta resistencia es lo que Satanás teme. Él conoce mejor que nosotros el límite de su poder, y cuán fácilmente puede ser vencido si le resistimos y le hacemos frente. Por la fuerza divina, el santo más débil puede más que él y todos sus ángeles, y si se lo sometiese a prueba podría demostrar su poder superior. Por eso los pasos de Satanás son silenciosos, sus movimientos furtivos, y sus baterías enmascaradas. Él no se atreve a mostrarse abiertamente, no sea que despierte las energías dormidas del cristiano, y lo impulse a ir a Dios en oración (Maranata: el Señor viene, p. 62).