Jueves 29 de junio – PABLO Y LOS EFESIOS

PABLO Y LOS EFESIOS “Y nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, que se había…

 Jueves 29  de junio – PABLO Y LOS EFESIOS

PABLO Y LOS EFESIOS

“Y nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, que se había propuesto en Cristo, para que, llegado el tiempo, reuniera en él, bajo una sola cabeza, todo lo que está en el Cielo y lo que está en la tierra” (Efe. 1:9, 10).

Jueves: 29 de junio

EFESIOS: UNA CARTA COLMADA DE CRISTO

¿Cómo anuncia Pablo el tema de su carta? Efe. 1:9, 10.

 

Efesios 1:9-10

dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, 10 de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.

¿Cómo se puede resumir el mensaje de Efesios? Desde la prisión, Pablo presenta una visión del plan cristocéntrico de Dios para el cumplimiento de los tiempos establecidos y el papel de la iglesia en ellos. Dios ha actuado en Cristo a fin de iniciar su plan “para que, llegado el tiempo, reuniera en él [Cristo], bajo una sola cabeza, todo lo que está en el cielo y lo que está en la tierra” (Efe. 1:10), y así lo hizo al crear la iglesia como una entidad compuesta de una nueva humanidad: tanto de judíos como de gentiles (Efe. 2:14). Los creyentes son llamados a actuar en armonía con este plan divino, para señalar a los poderes malignos que el propósito supremo de Dios está en marcha (Efe. 3:10).

Como proclama Efesios 1:9 y 10, la unidad que Dios tiene en mente es cristocéntrica. Así que, no sorprende descubrir que Efesios sea una epístola bañada de Cristo, que en todas partes alaba las actuaciones de Dios en Cristo y celebra el acceso de los creyentes a los recursos espirituales que Cristo les ofrece. Pablo emplea la frase “en Cristo” y similares más de treinta veces, y en todas partes exalta a Jesús. Cuando leas la carta, presta atención a estas frases y mantente alerta a las diversas formas en que Pablo se concentra en Jesús.

Pablo busca reavivar el compromiso espiritual de los creyentes de Éfeso al recordarles que son parte de la iglesia, que es el corazón mismo del plan de Dios para unificar todas las cosas en Cristo. Cuando utiliza la palabra “iglesia” (griego, ekklēsia) en la carta, quiere decir la iglesia “universal”, o la iglesia en general (no una congregación local).

La estrategia principal que usa es hablar de la iglesia: lo hace utilizando metáforas vívidas, y desarrolla cuatro de ellas con cierto detalle:

  1. La iglesia como cuerpo (Efe. 1:22, 23; 2:16; 3:6; 4:1–16, 25; 5:23, 29, 30).
  2. La iglesia como edificio/templo (Efe. 2:19–22).
  3. La iglesia como esposa (Efe. 5:22–27).
  4. La iglesia como ejército (Efe. 6:10-20).

Cada una de estas imágenes, a su manera, revela cuál es el propósito y la intención de Dios para su iglesia.

En la iglesia de la que eres parte, la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Dios está reuniendo a una comunidad transnacional, multilingüe, multirracial y transcultural (Apoc. 14:6, 7), que señala el camino para el cumplimiento de su plan de unir todas las cosas en Jesús (Efe. 1:9, 10). ¿Cómo podemos trabajar en armonía con el gran plan de Dios?

Comentarios Elena G.W

El Salvador anhelaba exponer a sus discípulos la verdad concerniente al derribamiento de la «pared intermedia de separación» entre Israel y las otras naciones —la verdad de que «los Gentiles sean juntamente herederos» con los judíos, y «consortes de su promesa en Cristo por el evangelio». Efesios 2:14; 3:6…

Así Cristo trataba de enseñar a sus discípulos la verdad de que en el reino de Dios no hay fronteras nacionales, ni castas, ni aristocracia; que ellos debían ir a todas las naciones, llevándoles el mensaje del amor del Salvador. Pero solo más tarde comprendieron ellos en toda su plenitud que Dios «de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habitasen sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los términos de la habitación de ellos; para que buscasen a Dios, si en alguna manera, palpando, le hallen; aunque cierto no está lejos de cada uno de nosotros». Hechos 17:26, 27 (Los hechos de los apóstoles, pp. 16, 17).

«Esta empero es la vida eterna —dice Cristo—: que te conozcan el solo Dios verdadero, y a Jesucristo, al cual has enviado». Juan 17:3. ¿Por qué es que no comprendemos el valor de este conocimiento? ¿Por qué no arden estas preciosas verdades en nuestro corazón? ¿Por qué no hacen temblar nuestros labios y penetran todo nuestro ser?

Al concedernos su Palabra, Dios nos puso en posesión de toda verdad esencial para nuestra salvación. Millares han sacado agua de estas fuentes de vida, y sin embargo la provisión no ha disminuido. Millares han puesto al Señor delante de sí, y contemplándolo han sido transformados a su misma imagen. Su espíritu arde dentro de ellos mientras hablan de su carácter, contando lo que Cristo es para ellos y lo que ellos son para Cristo. Pero estos investigadores no han agotado estos temas grandiosos y santos. Millares más pueden empeñarse en la obra de investigar los misterios de la salvación. Mientras uno se espacie en la vida de Cristo y el carácter de su misión, rayos de luz brillarán más distintamente con cada intento de descubrir la verdad. Cada nuevo estudio revelará algo más profundo e interesante que lo que ya ha sido desplegado (Exaltad a Jesús, p. 372).

«Dios os haya escogido desde el principio para salvación —escribe el apóstol Pablo— mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad». 2 Tesalonicenses 2:13. En este pasaje se nos revelan los dos agentes de la obra de la salvación: la influencia divina, y la fe viva y fuerte de los que siguen a Cristo. Por la santificación del espíritu y por creer en la verdad, llegamos a ser colaboradores con Dios. Cristo espera la cooperación de su iglesia. El no se propone añadir un nuevo elemento de eficiencia a su Palabra; ha hecho su gran obra al darle a ésta su inspiración. La sangre de Jesucristo, el Espíritu Santo, la Palabra divina están a nuestra disposición.

El objeto de todas estas provisiones del cielo está delante de nosotros: la salvación de las almas por quienes Cristo murió; y depende de nosotros que echemos mano de las promesas que Dios ha dado, para que lleguemos a ser colaboradores juntamente con él. Las agencias divinas y humanas deben cooperar en la obra (Consejos para los maestros, pp. 22, 23).

Elena G.W

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