La Biblia nos presenta a Dios como su autor, y sin embargo, fue escrita por manos humanas. La diversidad de estilo de sus diferentes libros muestra la individualidad de cada uno de sus escritores. Todas las verdades reveladas son inspiradas por Dios (2 Timoteo 3:16), aunque expresadas en palabras humanas. El Ser supremo e infinito iluminó con su Espíritu la inteligencia y el corazón de sus siervos. Les daba sueños y visiones, y les mostraba símbolos y figuras. Pero los que captaron la verdad así revelada, revistieron el pensamiento divino con sus palabras. RP 224.2
Los diez mandamientos fueron enunciados por el mismo Dios y escritos con su propia mano. Su redacción es divina y no humana. Pero la Biblia, con sus verdades de origen divino, expresadas en el idioma de los hombres, es una unión de lo divino y lo humano. Esta unión existía en la naturaleza de Cristo, quien era Hijo de Dios e Hijo del hombre. Se puede, pues, decir de la Biblia lo que fue dicho de Cristo: “Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros” Juan 1:14. RP 224.3
Escritos en épocas diferentes y por hombres que diferían notablemente en posición social y económica y en capacidades intelectuales y espirituales, los libros de la Biblia presentan contrastes en su estilo, como también diversidad en la naturaleza de los temas que desarrollan. Sus diversos escritores se valen de expresiones diferentes. A menudo la misma verdad está presentada por uno de ellos de modo más patente que por otro. Ahora bien, como varios de sus autores nos presentan el mismo asunto desde puntos de vista y aspectos diferentes, al lector superficial, descuidado y desprevenido, puede parecerle que hay divergencias o contradicciones, allí donde el lector atento y respetuoso discierne, con mayor penetración, la armonía fundamental.—El gran conflicto, introducción, 7, 8. RP 224.4