Agosto 8 – Los testigos oculares: inspirados para testificar

Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión…

 Agosto 8 – Los testigos oculares: inspirados para testificar

Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. 1 Juan 1:3.

La obra que comenzó en forma débil y obscura continuó aumentando y fortaleciéndose. Casas editoras y misiones establecidas en muchos países dan fe de su crecimiento. En lugar de la edición de nuestro primer periódico, que llevamos a la oficina de correos en una valija, ahora mensualmente publicamos y enviamos muchos cientos de miles de ejemplares de nuestros periódicos. La mano de Dios ha estado con esta obra para prosperarla y edificarla. RP 231.2

Mi experiencia posterior abarca la historia de muchas de las empresas que han surgido entre nosotros, y con las cuales la obra de mi vida ha estado estrechamente vinculada. Para la edificación de estas instituciones, mi esposo y yo trabajamos con la pluma y con la voz. Pretender registrar, aun en forma breve, las experiencias de estos ocupados y activos años, excedería muchísimo los límites de este bosquejo. Los esfuerzos de Satanás para impedir la obra y para destruir a los obreros no han cesado; pero Dios ha tenido cuidado de sus siervos y de su obra. RP 231.3

Como he participado en cada paso del avance hasta nuestra condición presente, al repasar la historia que vivimos puedo decir: “¡Alabado sea Dios!” Al ver lo que el Señor ha hecho, me lleno de admiración y de confianza en Cristo como director. No tenemos nada que temer del futuro, a menos que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido, y lo que nos ha enseñado en nuestra historia pasada. RP 231.4

Somos deudores a Dios de usar toda ventaja que nos ha confiado para hermosear la verdad con la santidad de carácter, y para enviar el mensaje de advertencia, de consuelo, de esperanza y amor, a los que están en las tinieblas del error y del pecado.—Notas Biográficas de Elena G. de White, 216. 

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