Admiro a las personas exitosas. Me gusta conocer cómo obtuvieron victorias. Aquel niño que aprende a tocar un instrumento musical, o aquel que administra las horas de cada día para hacer incluso lo que le gusta.
En la Biblia hay varios personajes exitosos, pero hay pocos como David, quien enfrentó al gigante Goliat. Esta historia está narrada en 1 Samuel 17. Allí encontramos siete secretos que puedes aplicar en tu vida.
David era obediente y acudió al llamado de su padre, Isaí, que le dio pan para que lo llevase a sus hermanos que estaban en el campamento enfrentando a los filisteos. Aquí podemos aprender que hay un Padre celestial al que debemos acudir cada mañana para recibir el pan espiritual de su Palabra, la Biblia. Y cuanto más recibamos, más vamos a transmitir ese pan a quienes nos rodean, nuestros hermanos en la fe. Podremos llevar “canastas llenas” y volver por más, pues Jesús proveerá alimento hasta que sobre.
Cuando David llegó, vio a Eliab, su hermano mayor, quien se enojó con él y le empezó a decir cosas feas. Lee el versículo 28. Eliab tenía celos de David. Cuando Samuel fue a buscar un rey a casa de Isaí, pensó que podría ser este joven, Eliab, pero Dios lo desechó (1 Sam. 16:7). Uff, ¡qué frase fuerte! Lo desechó a pesar de su aspecto hermoso, porque Dios no mira el parecer de las personas, sino que mira el corazón; y aquí con esta actitud, Eliab mostró cuán peleador, celoso y malhumorado era. Pero me gusta pensar en cómo actuó David: se apartó de él. El versículo 30 cuenta que no fue hipersensible ni se enfureció. Siguió adelante con lo que se había propuesto.