Lunes 18 de septiembre – CINTURÓN Y CORAZA – “HACIENDO LA PAZ”

“HACIENDO LA PAZ” “Sobre todo, tomen el escudo de la fe, con que puedan apagar todos los dardos encendidos del…

 Lunes 18 de septiembre – CINTURÓN Y CORAZA – “HACIENDO LA PAZ”

“HACIENDO LA PAZ”

“Sobre todo, tomen el escudo de la fe, con que puedan apagar todos los dardos encendidos del maligno. Tomen el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efe. 6:16, 17).

Lunes: 18 de septiembre

CINTURÓN Y CORAZA

¿Cómo imagina Pablo que los creyentes comienzan su preparación para la batalla contra el mal? Efesios 6:14; ver también 1 Pedro 4:1; 5:8; Romanos 8:37 al 39.

 

Efesios 6:14

14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,

 

1 Pedro 4:1

1 Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado,

 

1 Pedro 5:8

Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;

 

Romanos 8:37-39

37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

La advertencia de Pablo de una batalla intensa (Efe. 6:13) prepara a los lectores para su llamado final a permanecer firmes (el cuarto llamado, comparar con Efe. 6:11, 13) y es un detallado llamado a la acción (Efe. 6:14–17). Pablo describe la acción de “ceñi[rse] con el cinturón” (comparar con Isa. 11:5). Las prendas antiguas y holgadas debían atarse a la cintura antes del trabajo o la batalla (comparar con Luc. 12:35, 37; 17:8). Pablo imagina al creyente vestido con una armadura como un legionario romano, comenzando con el cinturón militar de cuero con las placas decorativas y la hebilla. Del cinturón pendía una serie de correas de cuero cubiertas con discos de metal, que juntas formaban un “delantal”, que se usaba como una insignia de rango para efectos visuales. Cumplía la función esencial de atar las prendas y mantener otros elementos en su lugar.

La verdad no es propia de los creyentes; es un regalo de Dios (comparar con la salvación en Efe. 2:8). Sin embargo, no se trata de permanecer abstractos, de tener un recurso distante sin ningún impacto transformador en sus vidas. Deben “vestirse” de la verdad de Dios, vivir y usar este don divino. Ellos no poseen la verdad de Dios sino, más bien, la verdad de Dios los posee a ellos y los protege.

Luego, Pablo insta a los creyentes a ponerse “la coraza de justicia” (comparar con 1 Tes. 5:8). Al igual que el cinturón de la verdad, es de origen divino, ya que es parte de la armadura de Yahvéh en su papel como guerrero divino (Isa. 59:17). La coraza que usaban los soldados en la época de Pablo estaba confeccionada de cota de malla (pequeños anillos de hierro entrelazados), armadura de escamas (pequeñas escamas superpuestas de bronce o hierro) o bandas de hierro superpuestas unidas entre sí. Este chaleco antibalas o peto protegía los órganos vitales de los golpes y estocadas del enemigo. De manera análoga, los creyentes deben experimentar la protección espiritual que ofrece el don protector de la justicia de Dios. En Efesios, Pablo asocia la justicia con la santidad, la bondad y la verdad (Efe. 4:24; 5:9) al pensar en ella como la cualidad de dispensar a los demás un trato justo y bueno, especialmente a los miembros de iglesia.

¿Tuviste la posibilidad de comprobar que la bondad, la santidad y la verdad pueden ser una protección?

Comentarios Elena G.W

[Después de la ascensión de Cristo] Satanás tuvo otra vez consejo con sus ángeles y con acerbo odio contra el gobierno de Dios les dijo que si bien él retenía su poder y autoridad en la tierra, debían decuplicar sus esfuerzos contra los discípulos de Jesús. No habían prevalecido contra Cristo, pero de ser posible debían vencer a sus discípulos. En cada generación deberían procurar engañar a quienes creyeran en Jesús. Les dijo Satanás a sus ángeles que Jesús había conferido a sus discípulos la potestad de reprenderlos y expulsarlos, y de sanar a cuantos afligieran. Entonces los ángeles de Satanás salieron como leones rugientes a procurar la destrucción de los seguidores de Jesús (Primeros escritos, p. 191).

Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad. Efesios 6:14.

Fuera de la verdad no hay absolutamente ninguna salvaguardia contra el mal. Ningún hombre en cuyo corazón no more la verdad puede permanecer firme en favor de la justicia. Solo hay un poder capaz de hacernos y mantenernos inconmovibles: el poder de Dios que se nos imparte mediante gracia de Cristo.

Ven la iglesia son muchos los que se figuran comprender lo que creen, y no se percatarán de su propia debilidad mientras no se levante una controversia. Cuando estén separados de los que sostienen la misma fe, y estén obligados a destacarse solos para explicar su creencia, se sorprenderán al ver cuán confusas son sus ideas de lo que habían aceptado como verdad…

El Señor invita a todos los que creen su Palabra a que despierten (La maravillosa gracia de Dios, p. 30).

Debemos cubrirnos con cada pieza de la armadura, y entonces permanecer firmes. El Señor nos ha honrado eligiéndonos como soldados suyos. Combatamos valientemente por él, poniéndonos de parte de lo recto en toda circunstancia… Revestíos de esa justicia divinamente protegida, como coraza que todos tenemos el privilegio de usar. Protegerá vuestra vida spiritual…

Todos los que se hayan revestido del manto de la justicia de Cristo subsistirán delante de él como escogidos fieles y veraces. Satanás no puede arrancarlos de la mano de Cristo. Este no dejará que una sola alma que con arrepentimiento y fe haya pedido su protección caiga bajo el poder del enemigo.

Cada cual tendrá que sostener un violento combate para triunfar del pecado en su propio corazón. Por momentos, es una obra muy penosa y desalentadora; pues al mirar los defectos de nuestro carácter, nos detenemos a considerarlos, cuando en realidad deberíamos mirar a Jesús y revestir el manto de su justicia. Quien quiera que entre en la ciudad de Dios por las puertas de perla, entrará como vencedor, y su victoria más grande será la que habrá obtenido sobre sí mismo (God’s Amazing Grace, p. 31; parcialmente en La maravillosa gracia de Dios, p. 31).

Elena G.W

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