- noviembre 6, 2023
Lunes 6 de noviembre – UN FUNDAMENTO PROFÉTICO – MOTIVACIÓN Y PREPARACIÓN PARA LA MISIÓN
MOTIVACIÓN Y PREPARACIÓN PARA LA MISIÓN “Estas son las palabras que les hablé cuando estaba aún con ustedes; que era…
MOTIVACIÓN Y PREPARACIÓN PARA LA MISIÓN
“Estas son las palabras que les hablé cuando estaba aún con ustedes; que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos” (Luc. 24:44).
Lunes: 6 de noviembre
UN FUNDAMENTO PROFÉTICO
Lee Lucas 24:36 al 49. ¿Qué ocurrió aquí y por qué fue una experiencia tan crucial para los apóstoles?
Lucas 24:36-49
36 Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. 37 Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. 38 Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? 39 Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. 40 Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies. 41 Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? 42 Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. 43 Y él lo tomó, y comió delante de ellos. 44 Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. 45 Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; 46 y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; 47 y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. 48 Y vosotros sois testigos de estas cosas. 49 He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.
Es interesante que, al principio, los discípulos no creyeran por miedo. Luego, después de ver a Jesús y comprobar que realmente estaba vivo, no creyeron por gozo (Luc. 24:41). ¿Has sentido alguna vez que algo era demasiado bueno para ser verdad? Esta fue la experiencia de los discípulos y de los demás en el aposento alto.
Sin embargo, si Jesús los hubiera dejado únicamente con esta experiencia, al marcharse, la fe de ellos probablemente no habría perdurado. Con el tiempo, la fuerza de la experiencia podría haberse desvanecido; la olvidarían, o incluso empezarían a cuestionarla. Por eso, Jesús no se limitó a mostrarles sus cicatrices y a comer pescado delante de ellos. En lugar de eso, los llevó a la Palabra y les mostró el fundamento profético de su obra y su ministerio. Es decir, por más intensa que fuera la experiencia que tuvieron con él, Jesús todavía quería que su fe se basara en la Palabra de Dios.
“Estas son las palabras que les hablé cuando estaba aún con ustedes; que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos” (Luc. 24:44).
Aquí también encontramos una poderosa motivación para la testificación, para la misión: la Palabra de Dios. Jesús sabía que, para consolidar la experiencia de los discípulos, ellos necesitaban comprender por qué había tenido que morir y qué significaba su resurrección. Necesitaban cambiar su cosmovisión: de un reino político y terrenal a la gran solución al pecado y la victoria de Cristo sobre la muerte. El evangelio era mucho más que alcanzar la soberanía política de Israel. Revelaba la victoria de Cristo sobre Satanás y garantizaba que, un día, toda la maldad del mundo sería destruida, que la Tierra sería creada de nuevo y que Dios estaría en medio de su pueblo. Él “les abrió el sentido” (Luc. 24:45) para que pudieran comprender estas verdades, que debían compartir con el mundo.
Nuestras experiencias con Jesús no pueden sostenerse sin el fundamento de su Palabra, incluyendo las profecías que señalan la historia y los acontecimientos que condujeron a la Primera Venida y que precederán a la segunda venida de Cristo. Con estas verdades firmemente entendidas, podemos estar preparados y motivados para la misión.
¿Hasta qué punto conoces las profecías que señalan a Cristo, tanto en su primera venida como en su segunda venida? Especialmente en los últimos días, ¿por qué debemos estar cimentados en la Palabra de Dios, incluyendo las profecías, y por qué es tan crucial comprenderlas, especialmente para la misión?
Comentarios Elena G.W
Cuarenta días permaneció Jesús con sus discípulos, alegrándoles el corazón al declararles más abiertamente las realidades del reino de Dios. Los comisionó para dar testimonio de cuanto habían visto y oído referente a su pasión, muerte y resurrección, así como de que él había hecho sacrificio por el pecado, para que cuantos quisieran pudieran acudir a él y encontrar vida. Con fiel ternura les dijo que serían perseguidos y angustiados, pero que hallarían consuelo en el recuerdo de su experiencia y en la memoria de las palabras que les había hablado. Les dijo que él había vencido las tentaciones de Satanás y obtenido la victoria por medio de pruebas y sufrimientos. Ya no podría Satanás tener poder sobre él, pero los tentaría más directamente a ellos y a cuantos creyeran en su nombre. Sin embargo, también podrían ellos vencer como él había vencido. Jesús confirió a sus discípulos el poder de obrar milagros, diciéndoles que aunque los malvados los persiguieran, él enviaría de cuando en cuando sus ángeles para librarlos; nadie podría quitarles la vida hasta que su misión fuese cumplida; entonces podría ser que se requiriese que sellasen con su sangre los testimonios que hubiesen dado (Primeros escritos, pp. 188, 189).
Aquellos en cuyos corazones mora Jesús por la fe, han recibido realmente el Espíritu Santo. Cada individuo que recibe a Jesús como su Salvador personal, ciertamente recibe también el Espíritu Santo a fin de ser su Consejero, su Santificador, su Guía y su Testigo. Cuanto más estrechamente camine el creyente con Dios, más claro será su testimonio, y como resultado seguro, será más poderosa la influencia de su testimonio del amor del Salvador sobre otros y más evidencia dará de que valora la Palabra de Dios. Esta es su comida, lo que satisface su alma sedienta. Valora el privilegio de conocer la voluntad de Dios en su Palabra (Alza tus ojos, p. 17).
Creer en [Cristo] es esencial para la vida espiritual. Los que participan del banquete de la Palabra nunca sienten hambre, nunca padecen de sed, nunca desean ningún bien más elevado ni más exaltado.
El conocimiento más sublime y verdadero se encuentra en la Palabra de Dios. Hay elocuencia en su sencillez…
La Biblia es nuestra guía en las sendas seguras que conducen a la vida eterna. Dios ha inspirado a hombres que escriban lo que nos presenta la verdad, lo que nos atraerá, y que, si lo practicamos, nos capacitará para recibir y obtener poder moral para situarnos entre las mentes más educadas. La mente de todos aquellos que estudien la Palabra de Dios, se ampliará. Mucho más que cualquier otro estudio, este es de una naturaleza que aumenta las facultades de comprensión y proporciona nuevo vigor a cada facultad. Pone a la mente en relación con los amplios y ennoblecedores principios de la verdad. Nos coloca en íntima relación con todo el cielo, al impartir sabiduría, conocimiento y entendimiento. El evangelio está adaptado para ser alimento espiritual, para satisfacer el apetito espiritual del hombre. En todos los casos, es precisamente lo que el hombre necesita (Sons and Daughters of God, p. 70; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 72).