- noviembre 13, 2023
Lunes 13 de noviembre – EL MÉTODO Y LA RESPUESTA DE JESÚS – MISIÓN EN FAVOR DEL PRÓJIMO
MISIÓN EN FAVOR DEL PRÓJIMO “Él respondió: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma,…
MISIÓN EN FAVOR DEL PRÓJIMO
“Él respondió: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza y todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo’ ” (Luc. 10:27).
Lunes: 13 de noviembre
EL MÉTODO Y LA RESPUESTA DE JESÚS
La Biblia nos dice que el doctor de la Ley había ido a poner a prueba a Jesús, pero Jesús sabía cuáles eran sus intenciones. En efecto, Dios conoce los anhelos y los deseos de nuestro corazón mejor que nosotros mismos. Y, por cierto, nosotros no conocemos el corazón ni los motivos de quienes nos interrogan, ¿verdad?
A veces hay gente de otras religiones que nos preguntan por nuestra fe. Por ejemplo, nuestros amigos musulmanes nos hacen preguntas relacionadas con la divinidad de Jesús, como: “¿En qué parte de la Biblia dijo Jesús que él es Dios?” o “¿Por qué dices que hay un solo Dios, cuando hay tres personas en la Trinidad?” Aun cuando parezcan preguntas provocadoras, la necesidad de Jesús puede ser auténtica y representar un profundo anhelo o vacío en quienes formulan las preguntas. No conocemos el corazón de ellos, pero tampoco es nuestra tarea. Simplemente, tenemos que satisfacer las necesidades de los demás lo mejor que podamos, independientemente de sus razones más profundas.
Lee Mateo 26:56; Hechos 17:11; 1 Corintios 15:3; y 2 Timoteo 3:16. ¿Cómo nos ayudan estos versículos a entender la respuesta de Jesús al doctor de la Ley en Lucas 10:26?
Mateo 26:56
56 Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.
Hechos 17:11
11 Y estos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.
1 Corintios 15:3
3 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras;
2 Timoteo 3:16
16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,
Lucas 10:26
26 Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?
A veces queremos respuestas, pero no nos esforzamos por encontrarlas. Jesús dijo: “¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?” (Luc. 10:26). Jesús señaló un aspecto muy importante del aprendizaje. En lugar de limitarnos a escuchar lo que otros tienen que decirnos, debemos leer las Escrituras (la Palabra de Dios) por nuestra cuenta. Las respuestas ya están allí, y el Espíritu Santo trabaja en nuestro corazón para inculcarnos lo que tenemos que hacer.
Dios nos ha dado su Palabra. En ella, podemos encontrar toda la verdad que necesitamos saber con respecto a la manera en que debemos vivir, cómo debemos tratar a los demás y cómo podemos “heredar la vida eterna”. Claro, hay un papel para los maestros y los pastores, pero al final, debemos ir a la Biblia en busca de las verdades que importan. “Lámpara es para mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino” (Sal. 119:105). Este versículo no es solo poesía; es una verdad sagrada, que nos señala la Palabra de Dios y su importancia para el creyente.
Jesús, la Palabra de Dios hecha carne, siempre conducía a la gente a la Palabra escrita. ¿Qué debería decirnos esto acerca de la importancia de la Biblia y por qué debemos rechazar cualquier razonamiento filosófico o teológico que debilite nuestra confianza en la Biblia?
Comentarios Elena G.W
Por todas partes, hay hombres que no están satisfechos. Anhelan algo que supla la necesidad del alma. Un solo Ser puede satisfacer esta necesidad. Lo que el mundo necesita, «el Deseado de todas las gentes,» es Cristo. La gracia divina, que él solo puede impartir, es como agua viva que purifica, refrigera y vigoriza al alma.
Jesús no quiso dar a entender que un solo sorbo del agua de vida bastaba para el que la recibiera. El que prueba el amor de Cristo, lo deseará en mayor medida de continuo; pero no buscará otra cosa. Las riquezas, los honores y los placeres del mundo, no le atraen más. El constante clamor de su corazón es: «Más de ti.» Y el que revela al alma su necesidad, aguarda para satisfacer su hambre y sed. Todo recurso en que confíen los seres humanos, fracasará. Las cisternas se vaciarán, los estanques se secarán; pero nuestro Redentor es el manantial inagotable. Podemos beber y volver a beber, y siempre hallar una provisión de agua fresca. Aquel en quien Cristo mora, tiene en sí la fuente de bendición, «una fuente de agua que salte para vida eterna.» De este manantial puede sacar fuerza y gracia suficientes para todas sus necesidades (El Deseado de todas las gentes, p. 157).
[Cristo] aclarará su Palabra a todo aquel que lo busque con sinceridad de corazón. Aquellos que estudian la Palabra de Dios con corazones abiertos a la iluminación del Espíritu Santo, no permanecerán en las tinieblas en cuanto a su significado. «El que quisiere hacer su voluntad [la de Dios] —dijo Cristo—, conocerá de la doctrina, si viene de Dios, o si yo hablo de mí mismo». Juan 7:17. Todos los que acuden a Cristo en busca de un conocimiento más claro de la verdad, lo recibirán. Él desplegará ante ellos los misterios del reino de los cielos, y estos misterios serán entendidos por el corazón que anhela conocer la verdad. Una luz celestial brillará en el templo del alma, la cual se revelará a los demás cual brillante fulgor de una lámpara en un camino oscuro (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 1 8, 19).
Los mensajeros de Dios han recibido la orden de emprender la misma obra que Cristo realizó cuando estaba en la tierra. Deben dedicarse a los mismos ramos de actividad a los que él se consagró. Con fervor y sinceridad, deben hablar a los hombres de las riquezas inagotables y del tesoro imperecedero de los cielos. Deben estar llenos del Espíritu Santo. Deben repetir los ofrecimientos de paz y perdón que el Cielo les dirige. Deben señalar las puertas de la ciudad de Dios, diciendo: «Bienaventurados los que lavan sus ropas [guardan sus mandamientos], para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad». Apocalipsis 22:14 (Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 106).