Sábado 18 de noviembre – MISIÓN EN FAVOR DE LOS NECESITADOS

MISIÓN EN FAVOR DE LOS NECESITADOS “Y el Rey les dirá: ‘Les aseguro, cuanto hicieron a uno de estos mis…

 Sábado 18 de noviembre – MISIÓN EN FAVOR DE LOS NECESITADOS

MISIÓN EN FAVOR DE LOS NECESITADOS

“Y el Rey les dirá: ‘Les aseguro, cuanto hicieron a uno de estos mis hermanos pequeños, a mí me lo hicieron’ ” (Mat. 25:40).

Sábado: 18 de noviembre

MISIÓN EN FAVOR DE LOS NECESITADOS

Lucas 5:17 al 26 ofrece muchas ilustraciones de cómo Dios ayuda a los necesitados. A veces, Dios utiliza a otros para ayudarnos a nosotros, o nos usa a nosotros para ayudar a los demás. Al ayudar a los necesitados, estamos ejemplificando de forma práctica el ministerio de Jesucristo. En ocasiones, es fácil saber quién necesita ayuda; otras veces se hace difícil saberlo. En cualquier situación, somos llamados a ser ayudantes de Dios en favor de todos los necesitados, sin importar su origen. La Biblia nos anima a acercarnos a los desconocidos, y al ganarnos su confianza, podremos descubrir mejores maneras de ayudarlos a encontrar a Jesús.

En la lección de esta semana, nuestra temática, “Misión en favor de los necesitados”, muestra que Dios tiene un plan para alcanzar a los necesitados de diversas maneras. Sus necesidades podrían ser físicas, emocionales, económicas, o incluso sociales; es decir, algunos pueden considerarse marginados de su comunidad o familia. Cualquiera que sea la necesidad, debemos estar dispuestos a hacer lo posible para ayudar. Esta es una parte central de lo que significa ser cristiano y de lo que debe incluir la misión.

Comentarios Elena G.W

El Señor presentó el principio de la regla de oro para que los seres humanos nos sintamos afortunados y no desdichados; pues la verdadera felicidad no podremos lograrla por ningún otro camino. Dios desea que todos alcancemos la vida superior. Por eso nos ha dado el don de la vida, no para que la empleemos simplemente en adquirir bienes materiales, sino para que aprovechemos nuestras facultades superiores cumpliendo con la labor que nos encomendó: buscar descubrir y aliviar las necesidades de nuestros semejantes. Nunca deberíamos actuar egoístamente en mero beneficio propio, sino en interés de todos los que nos rodean. Tenemos que beneficiar a los demás con nuestra influencia y con nuestras buenas acciones. Este propósito divino se cumple en la vida de Cristo.

Hemos de aprovechar toda oportunidad que se nos presente para contribuir a la felicidad de nuestros semejantes, compartiendo con ellos nuestro afecto. Unas palabras cariñosas, una mirada comprensiva, una expresión de aprecio, son como un vaso de agua fresca para el sediento, sobre todo en el caso de tantas personas solitarias y afligidas como hay. Una palabra de ánimo, un acto de bondad, pueden aliviar en gran manera las cargas que pesan sobre muchos fatigados hombros. La verdadera felicidad se encuentra en un servicio abnegado. Cada palabra y cada acto nacidos con ese fin se registran en los libros celestiales como si se hubieran dirigido a Jesús mismo… Hemos de vivir bajo el resplandor del amor divino. Entonces seremos una bendición para el mundo (Mi vida hoy, p. 169).

Hemos de seguir el ejemplo presentado por Cristo y hacer de él nuestro modelo, hasta que tengamos el mismo amor por el prójimo que él manifestó por nosotros. Trata de impresionarnos con la profunda lección de su amor… Si vuestro corazón se ha dado al egoísmo, que Cristo lo llene de su amor. Desea que lo amemos plenamente, y nos anima, y aún más, nos manda que nos amemos los unos a los otros de acuerdo con el ejemplo que nos ha dado. Ha hecho del amor la insignia de nuestro discipulado… Esa es la medida que debéis alcanzar: «Que os améis los unos a los otros, como yo os he amado». ¡Qué amor más alto, más profundo y más ancho! Este amor no debe abarcar solamente a unos cuantos favoritos, sino que debe llegar hasta la más baja y humilde de las criaturas de Dios. Jesús dice: «En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis» (Hijos e hijas de Dios, p. 149).

¿Se asemejan ustedes a Cristo, en sus palabras, en su espíritu, en sus acciones? Si representan el carácter de Cristo en palabra y espíritu, entonces son cristianos; porque ser cristiano significa ser semejante a Cristo. La lengua testificará acerca de los principios que representan la vida; esto constituye la prueba segura para saber qué poder controla el corazón. Nuestro espíritu y nuestros principios se pueden juzgar por las palabras que brotan de los labios. La lengua siempre debe estar bajo el control del Espíritu Santo.

Cuando las almas pobres, heridas y maltratadas acuden a ustedes en busca de palabras de esperanza, deben hablarles las palabras de Cristo. ¿Rehúsan ustedes dirigirles palabras amables, corteses y bondadosas? Los que hablan como lo hizo Cristo nunca plantarán palabras amargas, como flechas dentadas, en el alma herida (Exaltad a Jesús, p. 142).

Elena G.W

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