Miércoles 10 de enero – DE LA DESESPERACIÓN A LA ESPERANZA – ENSÉÑANOS A ORAR
ENSÉÑANOS A ORAR “Un día estaba Jesús orando en un lugar y, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:…
ENSÉÑANOS A ORAR
“Un día estaba Jesús orando en un lugar y, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: ‘Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos’ ” (Luc. 11:1).
Miércoles: 10 de enero
DE LA DESESPERACIÓN A LA ESPERANZA
Probablemente todos nos hemos enfrentado a momentos en los que la presencia de Dios parecía estar muy lejos de nosotros. ¿Quién no ha pensado alguna vez: ¿Cómo ha podido suceder esto?
Los salmistas, seres humanos como el resto de nosotros, seguramente se han enfrentado a cosas similares. Aunque, sí, a veces nuestros pecados nos traen pruebas, otras veces nos parecen sumamente injustas, y nos sentimos como si no mereciéramos lo que ahora se nos presenta. De nuevo, ¿quién no ha pasado por eso?
Lee Salmo 13. ¿Qué dos estados de ánimo principales puedes distinguir en este salmo? ¿Qué decisión crees que provocó el cambio radical en la perspectiva general del salmista?
Salmo 13
1 ¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? 2 ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma, Con tristezas en mi corazón cada día? ¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí? 3 Mira, respóndeme, oh Jehová Dios mío; Alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte; 4 Para que no diga mi enemigo: Lo vencí. Mis enemigos se alegrarían, si yo resbalara. 5 Mas yo en tu misericordia he confiado; Mi corazón se alegrará en tu salvación. 6 Cantaré a Jehová, Porque me ha hecho bien.
“¿Hasta cuándo, Señor? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?” (Sal. 13:1). Una vez más, ¿quién no puede identificarse con estos sentimientos, por más que sean equivocados? (¿Puede olvidarse Dios de nosotros alguna vez?)
Por tanto, Salmo 13 señala el camino para evitar otro error común, que es centrarnos en nosotros mismos y en nuestros problemas al orar. Este salmo puede transformar nuestra oración al llevarnos a reafirmar la naturaleza fiel e inmutable del trato de Dios hacia su pueblo.
Aunque el salmo comienza con lamentos y quejas, no termina ahí. Y ese es el punto crucial.
El salmo nos lleva a elegir deliberadamente confiar en el poder redentor de Dios (Sal. 13:5), de modo que nuestro temor y ansiedad (Sal. 13:1-4) puedan dar paso gradualmente a la salvación de Dios, y comencemos a experimentar el paso del lamento a la alabanza, de la desesperación a la esperanza (Sal. 13:5, 6).
Sin embargo, la mera repetición de las palabras de los salmos con solo una escasa comprensión de su significado no producirá la auténtica transformación que se pretende con su uso. Al orar los salmos, debemos buscar al Espíritu Santo para que nos capacite para actuar del modo que exige el salmo. Los salmos no solo transmiten información: son la Palabra de Dios que transforma el carácter y las acciones de los creyentes. Por la gracia de Dios, las promesas de los salmos se manifiestan en la vida de los creyentes. Esto significa que permitimos que la Palabra de Dios nos moldee según la voluntad de Dios y nos una a Cristo, quien demostró perfectamente la voluntad de Dios y, como Hijo de Dios encarnado, también oró los salmos.
¿Cómo pueden tus pruebas acercarte más a Dios? ¿Por qué, si te descuidas, pueden alejarte de él?
Comentarios Elena G.W
Las pruebas que ponen a prueba nuestra fe de manera tan severa y hacen que pensemos que Dios se ha olvidado de nosotros están diseñadas para acercarnos cada vez más a Cristo, para que podamos depositar todas nuestras cargas a sus pies y sintamos la paz que él nos da a cambio… Cuando se rinda completamente a Dios; cuando, quebrantado, se abandone a Jesús; recibirá como recompensa la victoria y el gozo que nunca antes habrá experimentado. Mientras eche una clara mirada hacia el pasado, verá que en el momento en que para usted la vida era una paradoja y una carga, Jesús mismo estaba a su lado, queriendo llevarle a la luz. El Padre estaba junto a usted, forjándolo con un amor indecible, afligiéndolo por su bien, como el orfebre refina el oro. Cuando creyó que estaba abandonado, él estuvo junto a usted para consolarlo y sostenerlo. Pocas veces vemos a Jesús tal como es; y nunca estamos tan dispuestos a aceptar su ayuda como él a dárnosla (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 217, 218).
Todo el capítulo 54 de Isaías es aplicable al pueblo de Dios, y se cumplirá cada especificación de la profecía. El Señor no abandonará a su pueblo en el tiempo de su prueba. Él dice: «Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias. Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo Jehová tu Redentor» [Esta] promesa es para los que, en medio de la apostasía general, guardan los mandamientos de Dios y ensalzan la norma moral ante los ojos del mundo que ha abandonado la ley y ha quebrantado el pacto eterno (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista, t. 4, pp. 1169, 1170).
A veces, una profunda sensación de nuestra indignidad hará estremecer de terror al ser, pero esto no es evidencia de que Dios haya cambiado para con nosotros o nosotros para con Dios. No se debería hacer ningún esfuerzo para ajustar la mente a cierta intensidad de emoción. No podemos sentir hoy la paz y el gozo que sentíamos ayer; pero deberíamos asirnos por la fe de la mano de Cristo y confiar en él tan plenamente en la oscuridad como en la luz.
Quizá Satanás susurre: «Eres demasiado pecador para que Cristo te salve». Al par de reconocer que son ciertamente pecadores e indignos, pueden hacer frente al tentador exclamando: «Por la virtud de la expiación reclamo a Cristo mi Salvador. No confío en mis propios méritos, sino en la preciosa sangre de Jesús, que me limpia. En este momento hago depender mi ser impotente de Cristo». La vida cristiana debe ser una vida de fe constante y viva. Una confianza inflexible, una firme dependencia de Cristo, proporcionarán paz y seguridad al espíritu (Mensajes para los jóvenes, p. 77).