Viernes 12 de enero – PARA ESTUDIAR Y MEDITAR – ENSÉÑANOS A ORAR

ENSÉÑANOS A ORAR “Un día estaba Jesús orando en un lugar y, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:…

 Viernes 12 de enero – PARA ESTUDIAR Y MEDITAR – ENSÉÑANOS A ORAR

ENSÉÑANOS A ORAR

“Un día estaba Jesús orando en un lugar y, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: ‘Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos’ ” (Luc. 11:1).

Viernes: 12 de enero

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

Lee Salmo 42:8 y Elena de White, La educación, “Poesía y canto”, pp. 155-164. ¿Cómo se relacionan la oración y el canto según estos textos inspirados?

Elena de White describe los salmos penitentes de David (por ejemplo, Sal. 51) como el lenguaje de su alma y las oraciones que ilustran la naturaleza del verdadero dolor por el pecado (ver El camino a Cristo, pp. 23, 24). Anima a los creyentes a memorizar textos de Salmos como medio de fomentar el sentido de la presencia de Dios en la vida de ellos, y destaca la práctica de Jesús de elevar su voz con salmos cuando se enfrentaba a la tentación y el miedo opresivo. También señala: “¡Cuán a menudo, por medio de las palabras de una canción sagrada, brotan en el alma manantiales de penitencia y fe, de esperanza, de amor y gozo! […] En realidad, más de un canto es una oración” (La educación, pp. 162-168).

Cuando oramos y cantamos los salmos, asumimos la persistencia, la audacia, el valor y la esperanza de los salmistas. Estos animan a continuar nuestro peregrinaje espiritual y nos reconfortan diciéndonos que no estamos solos. Otras personas, como nosotros, han pasado por momentos oscuros y, sin embargo, han salido triunfantes por la gracia de Dios. Al mismo tiempo, los salmos nos revelan los destellos de la ferviente intercesión de Cristo en nuestro favor, pues él siempre vive para orar por nosotros (Heb. 7:25).

Incluir los salmos en la oración y la adoración hace que la comunidad creyente sea consciente de toda la gama de la experiencia humana y enseña a los fieles a participar en las diversas facetas de esa experiencia en el culto. Los salmos son oraciones y cantos divino-humanos. Por esa razón, incluir los salmos sistemáticamente en la adoración lleva a la comunidad creyente al centro de la voluntad de Dios y de su poderosa gracia sanadora.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. ¿Por qué la oración espontánea, no guiada, no es la única manera de orar? ¿Cómo puede beneficiarse nuestra vida de oración con los salmos, las oraciones bíblicas?

  2. ¿Cómo pueden enriquecer los salmos nuestra experiencia de oración comunitaria? Analiza algunas formas prácticas en que tu iglesia local puede fomentar el uso de Salmos en sus cultos de adoración.

  3. ¿Qué revela Salmos acerca de la complejidad de la peregrinación humana de la fe y del poder de la gracia sanadora de Dios?

Comentarios Elena G.W

Jesús es nuestra única esperanza. Podemos contemplarlo: Es nuestro Salvador. Podemos confiar en su palabra y depender de él. Sabe exactamente qué clase de ayuda necesitamos, y podemos confiar seguramente en él. Si dependemos únicamente de la sabiduría humana para conducirnos, nos hallaremos en el bando de los perdedores. Pero podemos acudir directamente al Señor Jesús, pues él ha dicho: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas». Tenemos el privilegio de aprender de [él] (Testimonios para los ministros, p. 486).

Nuestro Señor Jesucristo vino a este mundo como siervo para suplir incansablemente la necesidad del hombre. «El mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias» (Mateo 8:17), para atender a todo menester humano. Vino para quitar la carga de enfermedad, miseria y pecado. Era su misión ofrecer a los hombres completa restauración; vino para darles salud, paz y perfección de carácter.

Variadas eran las circunstancias y necesidades de los que suplicaban su ayuda, y ninguno de los que a él acudían quedaba sin socorro. De él fluía un caudal de poder curativo que sanaba de cuerpo, espíritu y alma a los hombres (El ministerio de curación, p. 11).

Los ángeles del cielo… están al lado de todos aquellos que prestan servicio a Dios ministrando a sus semejantes. Y tenéis la cooperación de Cristo mismo. El es el restaurador, y mientras trabajéis bajo su dirección, veréis grandes resultados.

Cristo está tratando de elevar a todos aquellos que quieran ser elevados a un compañerismo consigo, para que podamos ser uno con él, como él es uno con el Padre. Nos permite llegar a relacionarnos con el sufrimiento y la calamidad a fin de sacarnos de nuestro egoísmo; trata de desarrollar en nosotros los atributos de su carácter: la compasión, la ternura y el amor. Aceptando esta obra de ministración, nos colocamos en su escuela, a fin de ser hechos idóneos para las cortes de Dios…

«Si guardares mi ordenanza —declara el Señor , entre estos que aquí están te daré plaza», Zacarías 3:7. aun entre los ángeles que rodean su trono. Cooperando con los seres celestiales en su obra en la tierra, nos estamos preparando para su compañía en el cielo. Los «espíritus administradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de salud» (Hebreos 1:14), los ángeles del cielo, darán la bienvenida a aquel que en la tierra vivió no «para ser servido, sino para servir» (Mateo 20:28) (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 320, 321).

Elena G.W

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