Lunes 15 de enero – EL SEÑOR REINA – EL SEÑOR REINA
EL SEÑOR REINA “El Señor reina, se vistió de majestad. El Señor se vistió, se ciñó de fortaleza. Afirmó el…
EL SEÑOR REINA
“El Señor reina, se vistió de majestad. El Señor se vistió, se ciñó de fortaleza. Afirmó el mundo, y no se moverá” (Sal. 93:1).
Lunes: 15 de enero
EL SEÑOR REINA
Estrechamente ligado (mejor dicho, inseparablemente ligado) al concepto del Señor como Creador está el concepto del Señor como Soberano, como Gobernante. La declaración “El Señor reina” se proclama solemnemente en Salmos 93:1, 96:10, 97:1 y 99:1, pero sus ecos se escuchan en todo el libro de Salmos.
El Señor está revestido de honor, majestad y fuerza (Sal. 93:1; 104:1). Está rodeado de nubes y tinieblas (Sal. 97:2), pero también se cubre “de luz como de un vestido” (Sal. 104:2). Estas metáforas exaltan el poder y el esplendor del Rey, y fueron cuidadosamente escogidas para expresar la grandeza única de Dios, que está más allá de la comprensión humana.
Lee Salmo 97. ¿Qué caracteriza el reinado del Señor? (Sal. 97:2, 10). ¿Cuál es el dominio de su reinado? (Sal. 97:1, 5, 9).
Salmos 97
1 Jehová reina; regocíjese la tierra, Alégrense las muchas costas. 2 Nubes y oscuridad alrededor de él; Justicia y juicio son el cimiento de su trono. 3 Fuego irá delante de él, Y abrasará a sus enemigos alrededor. 4 Sus relámpagos alumbraron el mundo; La tierra vio y se estremeció. 5 Los montes se derritieron como cera delante de Jehová, Delante del Señor de toda la tierra. 6 Los cielos anunciaron su justicia, Y todos los pueblos vieron su gloria. 7 Avergüéncense todos los que sirven a las imágenes de talla, Los que se glorían en los ídolos. Póstrense a él todos los dioses. 8 Oyó Sion, y se alegró; Y las hijas de Judá, Oh Jehová, se gozaron por tus juicios. 9 Porque tú, Jehová, eres excelso sobre toda la tierra; Eres muy exaltado sobre todos los dioses. 10 Los que amáis a Jehová, aborreced el mal; Él guarda las almas de sus santos; De mano de los impíos los libra. 11 Luz está sembrada para el justo, Y alegría para los rectos de corazón. 12 Alegraos, justos, en Jehová, Y alabad la memoria de su santidad.
El reinado del Señor se demuestra en sus obras de creación (Sal. 96:5), salvación (Sal. 98:2) y juicio (Sal. 96:10). El Señor establece su reinado sobre todo el mundo (Sal. 47:6-9). El Reino de Dios es un reino eterno, sin parangón en poder y majestad (Sal. 45:6; 93:1, 2; 103:19). El Reino del Señor se basa en la misericordia, la justicia y la rectitud, y aporta orden y estabilidad al mundo creado (Sal. 98:3; 99:4). El Reino de Dios une a los adoradores celestiales y terrenales en la alabanza a Dios (Sal. 103:20-22; 148). Muchos salmos visualizan que toda la humanidad reconoce el gobierno soberano de Dios (Sal. 96:10; 97:1; 99:1; 145:11-13).
Pero, no todos lo hacen, ni siquiera los gobernantes terrenales; al menos, por ahora. El reinado del Señor es desafiado constantemente por los impíos, que niegan al Señor, se burlan de él y oprimen a su pueblo (Sal. 14:1; 74:3-22). Aunque se ve desafiado por la prosperidad de algunos impíos y turbado por la “indulgencia” de Dios, el salmista confía en el gobierno soberano de Dios y continúa deleitándose en la seguridad de los justos juicios de Dios (Sal. 68:21; 73:17-20). Por la fe, el pueblo de Dios se regocija en el establecimiento del Reino de Dios mediante el ministerio redentor de Cristo y espera la consumación del Reino en la segunda venida de Cristo (Mat. 12:26-28; 1 Cor. 15:20-28).
“Los que aman al Señor, aborrezcan el mal” (Sal. 97:10). ¿Por qué nuestro amor a Dios debe hacernos odiar el mal? ¿Cómo se relacionan estos dos conceptos?
Comentarios Elena G.W
Los misterios del pasado y el futuro están abiertos para el que gobierna los cielos, y Dios ve más allá de la calamidad, las tinieblas y la ruina que ha traído el pecado. Aunque lo rodeen las nubes y las tinieblas, sin embargo la justicia y el juicio constituyen el fundamento de su trono…
Mediante el plan de salvación ha de cumplirse un propósito más amplio aunque la salvación del hombre y la redención del mundo. Por medio de la revelación del carácter de Dios en Cristo, se manifestaría ante el universo la benevolencia del gobierno de Dios, se refutaría la acusación de Satanás, se manifestaría la naturaleza del pecado y se demostraría plenamente la perpetuidad de la ley de Dios.
Entonces el exterminio del pecado vindicará el amor de Dios y rehabilitará su honor delante de un universo compuesto de seres que se deleitarán en hacer su voluntad y en cuyo corazón estará su ley (That I May Know Him, p. 366; parcialmente en A fin de conocerle, p. 365).
«¿Alcanzarás tú el rastro de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso?» 0 «Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos». «Yo soy Dios, y no hay más Dios, y nada hay a mí semejante; que anunció lo por venir desde el principio, y desde antiguo lo que aun no era hecho» Job 1 1:7; Isaías 55:8, 9; 46:9, 10. Es imposible para las mentes finitas de los hombres comprender plenamente el carácter o las obras del Infinito. Aun para el intelecto más aguzado, para la mente más poderosa y altamente educada, este Ser santo debe permanecer siempre vestido de misterio.
El apóstol Pablo exclama: «¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios, e inescrutables sus caminos!» Pero aunque «nubes y tinieblas están alrededor de él»; «justicia y juicio son el asiento de su trono» Romanos 11:33; Salmo 97:2; 89:14 (VM). Podemos comprender su trato con nosotros, y los motivos que le impulsan, hasta el punto de discernir el amor ilimitado y la misericordia unidos al poder infinito. Podemos comprender sus propósitos en la medida en que nos resulta benéfico conocerlos; y fuera de esto debemos seguir confiando en el poder del Omnipotente, el amor y la sabiduría del Padre y Soberano de todos (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 654).
«Los que amáis a Jehová, aborreced el mal —exhorta el salmista… Salmo 97:10… Estas palabras del salmista revelan que es sirviendo a Dios como se alcanzará ese nivel. Debiéramos ahora poner a un lado la maledicencia, los planes egoístas, todo aquello que perjudicaría la influencia o confundiría el juicio. Debe despojarse el corazón de toda búsqueda del yo; y debe uno conducirse de tal manera que no induzca a ningún alma a andar por sendas falsas (Consejos para los maestros, pp. 383, 384).