- enero 28, 2024
Domingo 28 de enero – LOS DÍAS DEL MAL – CÓMO CANTAR LA CANCIÓN DEL SEÑOR EN TIERRA EXTRAÑA
CÓMO CANTAR LA CANCIÓN DEL SEÑOR EN TIERRA EXTRAÑA “¿Cómo habíamos de cantar canción del Señor en tierra extraña?” (Sal.…
CÓMO CANTAR LA CANCIÓN DEL SEÑOR EN TIERRA EXTRAÑA
“¿Cómo habíamos de cantar canción del Señor en tierra extraña?” (Sal. 137:4).
Domingo: 28 de enero
LOS DÍAS DEL MAL
Lee Salmos 74:18 al 22 y 79:5 al 13. ¿Qué está en juego aquí?
Salmos 74:18-22
18 Acuérdate de esto: que el enemigo ha afrentado a Jehová, Y pueblo insensato ha blasfemado tu nombre. 19 No entregues a las fieras el alma de tu tórtola, Y no olvides para siempre la congregación de tus afligidos. 20 Mira al pacto, Porque los lugares tenebrosos de la tierra están llenos de habitaciones de violencia. 21 No vuelva avergonzado el abatido; El afligido y el menesteroso alabarán tu nombre. 22 Levántate, oh Dios, aboga tu causa; Acuérdate de cómo el insensato te injuria cada día.
Salmos 79:5-13
5 ¿Hasta cuándo, oh Jehová? ¿Estarás airado para siempre? ¿Arderá como fuego tu celo? 6 Derrama tu ira sobre las naciones que no te conocen, Y sobre los reinos que no invocan tu nombre. 7 Porque han consumido a Jacob, Y su morada han asolado. 8 No recuerdes contra nosotros las iniquidades de nuestros antepasados; Vengan pronto tus misericordias a encontrarnos, Porque estamos muy abatidos. 9 Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre; Y líbranos, y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre. 10 Porque dirán las gentes: ¿Dónde está su Dios? Sea notoria en las gentes, delante de nuestros ojos, La venganza de la sangre de tus siervos que fue derramada. 11 Llegue delante de ti el gemido de los presos; Conforme a la grandeza de tu brazo preserva a los sentenciados a muerte, 12 Y devuelve a nuestros vecinos en su seno siete tantos De su infamia, con que te han deshonrado, oh Jehová. 13 Y nosotros, pueblo tuyo, y ovejas de tu prado, Te alabaremos para siempre; De generación en generación cantaremos tus alabanzas.
El salmista trata de comprender el gran conflicto entre Dios y los poderes del mal, y señala la insondable paciencia de Dios, así como sus infinitas sabiduría y poder.
El problema del mal en Salmos es principalmente teológico; inevitablemente se refiere a cuestiones sobre Dios. Así, la destrucción de Jerusalén y del Templo se considera principalmente un escándalo divino, porque les dio a los paganos la oportunidad de blasfemar contra Dios. La herencia de Dios (el pueblo de Israel) es la señal de su elección divina y de su Pacto (Deut. 4:32-38; 32:8, 9), que nunca fallarán. El concepto de la herencia de Dios también contiene una dimensión del tiempo del fin, ya que un día todas las naciones se convertirán en la herencia de Dios y lo servirán. La noción de que las naciones invadieron la herencia de Dios amenaza estas promesas divinas.
Indudablemente, el salmista reconoce que los pecados del pueblo corrompieron la relación de pacto entre el pueblo y Dios y trajeron sobre el pueblo todas las consecuencias (Sal. 79:8, 9). La supervivencia del pueblo depende únicamente de la intervención misericordiosa de Dios y de la restauración del vínculo del Pacto mediante la expiación del pecado. El Señor es el “Dios de nuestra salvación”, lo que refleja la fidelidad de Dios a sus promesas del Pacto (Sal. 79:9).
No obstante, más importante que la restauración de la riqueza de Israel es la defensa del carácter de Dios en el mundo (Sal. 79:9). Si las actos malvados de las naciones quedan impunes, parecería como si Dios hubiera perdido su poder (Sal. 74:18-23; 83:16-18; 106:47). Solo cuando Dios salve a su pueblo, su nombre será justificado y enaltecido.
Al igual que hoy, el mismo principio existía en aquel entonces. Nuestros pecados, nuestras recaídas, nuestras maldades, pueden desprestigiarnos no solo a nosotros, sino también, lo que es peor, al Dios cuyo nombre profesamos. Nuestras malas acciones erróneas suelen tener efectos espirituales perjudiciales también para nuestro testimonio y nuestra misión. ¿Cuántas personas se han alejado de nuestra fe por las acciones de quienes profesan el nombre de Cristo?
“El honor de Dios, el honor de Cristo, están comprometidos en la perfección del carácter de su pueblo” (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 625). ¿Cómo entiendes esta importante verdad, y qué debería significar para tu vida cristiana?
Comentarios Elena G.W
Para muchos el origen del pecado y el porqué de su existencia es causa de gran perplejidad. Ven la obra del mal con sus terribles resultados de dolor y desolación, y se preguntan cómo puede existir todo eso bajo la soberanía de Aquel cuya sabiduría, poder y amor son infinitos. Es esto un misterio que no pueden explicarse. Y su incertidumbre y sus dudas los dejan ciegos ante las verdades plenamente reveladas en la Palabra de Dios y esenciales para la salvación. Hay quienes. En sus investigaciones acerca de la existencia del pecado, tratan de inquirir lo que Dios nunca reveló; de aquí que no encuentren solución a sus dificultades… y lo aducen como disculpa para rechazar las palabras de la Santa Escritura…
Nada se enseña con mayor claridad en las Sagradas Escrituras que el hecho de que Dios no fue en nada responsable de la introducción del pecado en el mundo, y de que no hubo retención arbitraria de la gracia de Dios, ni error alguno en el gobierno divino que dieran lugar a la rebelión. El pecado es un intruso, y no hay razón que pueda explicar su presencia. Es algo misterioso e inexplicable; excusarlo equivaldría a defenderlo… es la manifestación exterior de un principio en pugna con la gran ley de amor que es el fundamento del gobierno divino (El conflicto de los siglos, pp. 483, 484).
En los anales de la historia humana, el crecimiento de las naciones, el levantamiento y la caída de los imperios, parecen depender de la voluntad y proezas del hombre. Los sucesos parecen ser determinados, en gran parte, por su poder, ambición o capricho. Pero en la Palabra de Dios se descorre el velo, y contemplamos detrás, encima, y entre la trama y urdimbre de los intereses, las pasiones y el poder de los hombres, los agentes del Ser misericordioso, que ejecutan silenciosa y pacientemente los consejos de la voluntad de Dios.
Se ha permitido a toda nación que ha subido al escenario de acción, ocupar su lugar en la tierra a fin de ver si cumpliría el propósito del «Vigilante y Santo». Daniel 4:17… Aunque las naciones rechazaron los principios de Dios y provocaron con este rechazamiento su propia ruina, quedó manifiesto que el propósito divino predominaba y obraba en todos sus movimientos (La maravillosa gracia de Dios, p. 50).
Es grande la misericordiosa bondad con que el Señor nos trata. Nunca dejará ni olvidará a los que confían en él. Si pensáramos y habláramos menos de nuestras pruebas, y más de la misericordia y la bondad de Dios, nos sobrepondríamos a una buena parte de nuestra tristeza y perplejidad. Hermanos míos que pensáis que estáis entrando en la senda tenebrosa, y que tal como los cautivos de Babilonia debéis colgar vuestras arpas sobre los sauces, convirtamos la prueba en un canto de gozo. Podéis decir: ¿Cómo puedo cantar con una perspectiva tan oscura delante de mí, con esta carga de aflicción y dolor sobre mi alma? ¿Pero nos han privado las aflicciones terrenales del Amigo todopoderoso que tenemos en Jesús?… La vida eterna de nuestro Salvador nos proporciona un motivo constante de gratitud y alabanza (Mensajes selectos, t. 2, p. 307).