En la revista de la Iglesia Adventista alemana, Advent Echo, de mayo de 2005, los dirigentes de la Iglesia de Alemania y Austria publicaron esta declaración conjunta: “Lamentamos profundamente toda participación de nuestra Iglesia en apoyo a las actividades nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Confesamos sinceramente nuestro error al no seguir en las huellas de nuestro Señor, pues fallamos en proteger a los judíos y a otros grupos durante la era del genocidio conocida como Holocausto. […]
Lamentamos que en nuestras revistas publicamos artículos exaltando a Hitler y concordando con su ideología antisemita, de una forma que nos resulta imposible de creer hoy. Nuestra gente se asoció con el fanatismo religioso que acabó con la vida de seis millones de judíos y de otras minorías de Europa. Muchos adventistas no compartimos el dolor de nuestros hermanos judíos. En algunas congregaciones excluimos, separamos y abandonamos a nuestros miembros de origen judío, por lo que muchos fueron llevados a prisión, exilio y muerte”.24
Mis respetos. Es fácil arrojar la primera piedra condenatoria, sabiendo lo que hizo el nazismo, pero haciendo autoanálisis de mi propia conciencia no puedo más que admitir que no estoy sin pecado (Juan 8:7). Lejos de señalar el pecado ajeno, prefiero mirar hacia adentro, tratando de discernir en qué situaciones de mi vida estoy cayendo en errores que tal vez no considero tan graves, pero sí lo son. Porque “el que encubre sus pecados no prosperará, mas el que los confiesa y abandona hallará misericordia” (Prov. 28:13, RVR95). Señor, hazme más sensible.
La declaración añade una frase más, que considero de gran importancia: “La obediencia que debemos a las autoridades del estado no debe llevarnos a violar nuestras convicciones y valores bíblicos. Debemos defender con decisión los derechos de todos y la justicia”.
¿Cuántas veces nos quedamos calladas por miedo (a la cultura de la empresa; a la presión de grupo; a la influencia de la pareja; a ponernos en evidencia por defender a alguien que nos cae mal y no queremos que nadie nos asocie con esa persona) o, lo que es peor, aceptamos aquello a lo que deberíamos oponernos?
En los dirigentes de la Iglesia Adventista alemana y austríaca tenemos un ejemplo a imitar: hacer análisis, admitir nuestro pecado, reconocerlo ante quien debe oír ese reconocimiento, pedir fortaleza en oración y actuar en el futuro por convicciones basadas en principios bíblicos, no por presiones externas. Mejor medicina que esa para las enfermedades del alma, no hay.
“Reconocemos, oh Señor, nuestra impiedad, la iniquidad de nuestros padres, pues hemos pecado contra ti” (Jer. 14:20, RVR95).
24https://news.adventist.org/en/all-news/news/go/2005-08-15/europe-german-austrian-churches-apologize-for-holocaust-actions/ [consultado en enero de 2019].