- julio 28, 2024
Domingo 28 de julio – CALMANDO UNA TORMENTA – MILAGROS ALREDEDOR DEL LAGO
MILAGROS ALREDEDOR DEL LAGO “Pero Jesús no le permitió, sino que le dijo: ‘Vete a tu casa, a los tuyos,…
MILAGROS ALREDEDOR DEL LAGO
“Pero Jesús no le permitió, sino que le dijo: ‘Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales las grandes cosas que el Señor ha hecho contigo y cómo tuvo compasión de ti’ ” (Mar. 5:19).
Domingo: 28 de julio
CALMANDO UNA TORMENTA
Lee Marcos 4:35 al 41. ¿Qué ocurre en esta historia y qué lecciones podemos aprender en ella acerca de quién es Jesús?
Marcos 4:35-41
35 Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. 36 Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. 37 Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. 38 Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? 39 Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. 40 Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? 41 Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es este, que aun el viento y el mar le obedecen?
Al comienzo de Marcos 4, Jesús se sube a un bote para enseñar a la multitud que estaba en la playa. En Marcos 4:10 al 12, parece haber descendido del bote y ahora conversar con los discípulos en privado. Ahora, tras un largo día de instrucción, los discípulos toman consigo a Jesús en el bote “como estaba” (vers. 36); es decir, muy cansado. Él se duerme inmediatamente sobre una superficie mullida que estaba tal vez en la popa del barco. Una gran tormenta se desata en el lago, y el bote corre peligro de naufragar cuando los discípulos despiertan a Jesús, quien drásticamente ordena al viento y a las olas que cesen. Una gran calma se apodera del lago. Es comprensible que los discípulos teman profundamente ante semejante manifestación de poder divino.
Lee Salmos 104:1 al 9. ¿Cómo se asemeja la descripción de Jehová aquí con la acción de Cristo de calmar la tormenta?
Salmos 104:1-9
1 Bendice, alma mía, a Jehová. Jehová Dios mío, mucho te has engrandecido; Te has vestido de gloria y de magnificencia. 2 El que se cubre de luz como de vestidura, Que extiende los cielos como una cortina, 3 Que establece sus aposentos entre las aguas, El que pone las nubes por su carroza, El que anda sobre las alas del viento; 4 El que hace a los vientos sus mensajeros, Y a las flamas de fuego sus ministros. 5 Él fundó la tierra sobre sus cimientos; No será jamás removida. 6 Con el abismo, como con vestido, la cubriste; Sobre los montes estaban las aguas. 7 A tu reprensión huyeron; Al sonido de tu trueno se apresuraron; 8 Subieron los montes, descendieron los valles, Al lugar que tú les fundaste. 9 Les pusiste término, el cual no traspasarán, Ni volverán a cubrir la tierra.
La historia registrada en Marcos 4:35 al 41 armoniza con un patrón común en la Biblia, el de una “teofanía”; es decir, la aparición de Dios o de uno de sus ángeles. Estos eventos tienen comúnmente cinco características: 1) la demostración de poder divino, 2) temor humano, 3) la exhortación “no temas”, 4) las palabras de la revelación por la que Dios o el ángel aparecieron, 5) la respuesta humana a la revelación. Cuatro de las cinco están presentes en esta historia: la acción de calmar la tormenta es la demostración de poder divino. El miedo de los discípulos es el componente correspondiente al temor humano. La pregunta “¿Por qué están así atemorizados?” es el “no temas”. La pregunta de los discípulos “¿quién es este?” es la respuesta humana. Lo que está faltando aquí son las palabras de revelación. Este detalle faltante juega un papel dentro del tema o motivo teológico revelación/secreto que recorre todo el libro, donde la verdad acerca de Jesús finalmente emergerá. La pregunta de los discípulos “¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?” empuja al lector a responder, supliendo la revelación explícita faltante en la fórmula de la teofanía: él es el Hijo de Dios, el Señor mismo.
Piensa en el poder de Dios. ¿Cómo puedes aprender a apoyarte en ese poder y a confiar en él para todo en tu vida?
Comentarios Elena G.W
Absortos en sus esfuerzos para salvarse, [los discípulos] habían olvidado de que Jesús estaba a bordo. Ahora, reconociendo que eran vanas sus labores y viendo tan solo la muerte delante de sí, se acordaron de Aquel a cuya orden habían emprendido la travesía del mar. En Jesús se hallaba su única esperanza…
De repente, el fulgor de un rayo rasgó las tinieblas y vieron a Jesús acostado y dormido sin que le perturbase el tumulto… Sus clamores despertaron a Jesús. Pero al iluminarle el resplandor del rayo, vieron la paz del cielo reflejada en su rostro; leyeron en su mirada un amor abnegado y tierno, y sus corazones se volvieron a él para exclamar: «Señor, sálvanos, que perecemos».
Nunca dio un alma expresión a este clamor sin que fuese oído. Mientras los discípulos asían sus remos para hacer un postrer esfuerzo, Jesús se levantó. De pie en medio de los discípulos, mientras la tempestad rugía… levantó la mano, tan a menudo empleada en hechos de misericordia, y dijo al mar airado: «Calla, enmudece»…
Así como Jesús reposaba por la fe en el cuidado del Padre, así también hemos de confiar nosotros en el cuidado de nuestro Salvador (El Deseado de todas las gentes, pp. 301-303).
Nuestro Dios tiene a su disposición el cielo y la tierra y sabe exactamente lo que necesitamos. Solo podemos ver hasta corta distancia delante de nosotros; mas «todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta». Hebreos 4: 13. Por sobre las perturbaciones de la tierra está él entronizado; y todas las cosas están abiertas a su visión divina; y desde su grande y serena eternidad ordena aquello que su providencia ve que es lo mejor.
Ni siquiera un pajarillo cae al suelo sin que lo note el Padre. El odio de Satanás contra Dios le induce a deleitarse en destruir hasta los animales. Y solo por el cuidado protector de Dios son preservadas las aves para alegrarnos con sus cantos de gozo. Pero él no se olvida siquiera de los pajarillos. «Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos» Mateo 10:31 (Testimonios para la iglesia, t. 8, p. 285).
Nuestro divino Señor es suficiente para cualquier emergencia. Nada es imposible con él. Ha mostrado su gran amor por nosotros al vivir una vida de abnegación y sacrificio, y al morir una muerte de agonía. Id a Cristo tales como sois, débiles, impotentes y listos para morir. Depended plenamente de su misericordia. No hay dificultad interna o externa que no pueda ser vencida con su fortaleza. Algunos tienen temperamentos tempestuosos; pero Aquel que calmó al tormentoso Mar de Galilea dirá al corazón turbado: «Calla, enmudece». No hay ninguna naturaleza tan rebelde que Cristo no pueda subyugar, ningún temperamento tan tempestuoso que no pueda aplacar, si el corazón está entregado a la guardia de Cristo.
El que encomienda su alma a Jesús no tiene por qué desanimarse. Tenemos un Salvador todopoderoso. Mirando a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, podéis decir: «Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza». Salmo 46:1-3 (In Heavenly Places, p. 17; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 19).