• septiembre 3, 2024

Septiembre 03 – SANTIFIQUÉMONOS OBEDECIENDO – Mi Vida Hoy

TEMA: UNA VIDA SANTIFICADA MI VIDA HOY Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios. Y guardad…

 Septiembre 03 – SANTIFIQUÉMONOS OBEDECIENDO – Mi Vida Hoy

TEMA: UNA VIDA SANTIFICADA

MI VIDA HOY

Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios. Y guardad mis estatutos, y ponedlos por obra: Yo Jehová que os santifico. (Lev. 20:7-8)

Adán y Eva se atrevieron a transgredir los mandamientos del Señor, y los terribles resultados de su pecado deberían amonestarnos a no seguir su ejemplo de desobediencia…No hay santificación genuina salvo por la obediencia a la verdad. Los que aman a Dios con todo su corazón amarán también todos sus mandamientos. El corazón santificado está en armonía con los preceptos de la ley de Dios; porque son santos, justos y buenos. (Santificación:49)

Nadie que realmente ame y tema a Dios seguirá transgrediendo ningún punto de la ley de Dios. Cuando infringe la ley, el hombre está bajo la condenación de la misma, que se convierte en un yugo de esclavitud para él.  Sea cual fuere su profesión, no queda justificado, o sea perdonado.

“La ley de Jehová es perfecta, que vuelve el alma.” Por medio de la obediencia se logra la santificación del cuerpo, el alma y el espíritu. Esta santificación es una obra progresiva, en que se pasa de una etapa de perfección a otra. (Carta 155, 1902)

Corra una fe viva cual hilo de oro, en toda la ejecución de los deberes aun los más humildes. Entonces toda la tarea diaria promoverá el crecimiento cristiano. Habrá una continua contemplación de Jesús. El amor por él dará fuerza vital a cuanto se emprenda. Y así, mediante el uso debido de nuestros talentos, podemos unirnos por medio de una cadena de oro al mundo más elevado. Esta es la verdadera santificación; porque la santificación consiste en la alegre ejecución de los deberes diarios en perfecta obediencia a la voluntad de Dios. (LP:327)

Cuando el corazón anhela obedecer a Dios, cuando se hacen esfuerzos con este fin, Jesús acepta ese anhelo y esfuerzo considerándolos el mejor servicio que el hombre puede ofrecer, y suple la deficiencia con sus propios méritos divinos. (ST, 16-06-1890) (259)

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *