Septiembre 06 – LOS MANSOS SERÁN HERMOSEADOS – Mi Vida Hoy

El fruto más valioso de la santificación es la gracia de la mansedumbre y humildad. Cuando esta virtud impera en el alma, nuestro ánimo se acomoda a ella. Entonces constantemente se espera   en Dios y se mantiene sujeto el ser a la voluntad del Señor. El entendimiento capta ávidamente cada verdad divina y la voluntad se inclina ante cada precepto divino, sin dudas ni murmuraciones. La verdadera mansedumbre suaviza y somete el corazón y capacita al alma para recibir la palabra ingerida. Logra que los pensamientos se sometan a obedecer a Jesucristo. Abre el corazón a la Palabra de Dios, tal como se abrió el corazón de Lidia. Nos coloca junto a María, como ávidos alumnos a los pies de Jesús. “Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su carrera”.

El lenguaje de los mansos nunca es jactancia. Como el niño Samuel, oran: “Habla, Señor, que tu siervo oye.” Cuando se le asignó el puesto de honor más elevado como comandante de Israel, Josué desafió a todos los enemigos de Dios. Su corazón estaba henchido de nobles ideas relativas a su magna misión. Sin embargo, cuando recibía indicaciones de que llegaba un mensaje del Cielo, se situaba en la posición de un niñito, como para que se lo dirigiera. Su actitud respondía: “¿Qué dice mi Señor a su siervo?…”

La manifestación de humildad en la escuela de Cristo es uno de los frutos señalados del Espíritu. Es una virtud que genera el Espíritu, como elemento santificador, capacitando a su poseedor para dominar constantemente el temperamento vivo e impetuoso…

La humildad es el ornato interior que Dios estima de gran precio…El que atavió los cielos con astros de luz prometió por medio del mismo Espíritu, que “hermoseará a los humildes con salud.” Los ángeles del cielo considerarán mejor adornados, y anotarán como tales, a los que se vistan con el Señor Jesucristo y anden con él en mansedumbre y humildad de espíritu. (Santificación:12-13) (262)