- septiembre 25, 2024
Miércoles 25 de septiembre – LA APARICIÓN A MARÍA Y A OTROS – EL SEÑOR RESUCITADO
EL SEÑOR RESUCITADO “Pero él les dijo: ‘No se asusten. Ustedes buscan a Jesús nazareno, que fue crucificado. ¡Ha resucitado!…
EL SEÑOR RESUCITADO
“Pero él les dijo: ‘No se asusten. Ustedes buscan a Jesús nazareno, que fue crucificado. ¡Ha resucitado! No está aquí. Miren el lugar donde lo habían puesto’ ” (Mar. 16:6).
Miércoles: 25 de septiembre
LA APARICIÓN A MARÍA Y A OTROS
Lee Marcos 16:9 al 20. ¿Qué agregan estos versículos al relato de la resurrección?
Marcos 16:9-20
9 Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios. 10 Yendo ella, lo hizo saber a los que habían estado con él, que estaban tristes y llorando. 11 Ellos, cuando oyeron que vivía, y que había sido visto por ella, no lo creyeron. 12 Pero después apareció en otra forma a dos de ellos que iban de camino, yendo al campo. 13 Ellos fueron y lo hicieron saber a los otros; y ni aun a ellos creyeron. 14 Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado. 15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. 16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. 17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; 18 tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. 19 Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. 20 Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén.
Casi todo Marcos 16:9 al 20 tiene paralelismos con otros pasajes del Nuevo Testamento: el encuentro de María Magdalena con Jesús en el sepulcro (Mat. 28:1, 9, 10; Juan 20:11-18; comparar con Luc. 8:2); dos hombres ven a Jesús en una zona rural (Luc. 24:13-35); los once reciben la comisión de predicar (Mat. 28:1620; Luc. 24:36-49; Juan 20:19-23).
La primera persona en ver a Jesús resucitado es María Magdalena (Juan 20:11-18). Otras mujeres también lo vieron (Mat. 28:8-10). Es significativo que las primeras personas que ven a Jesús resucitado son mujeres. Puesto que las mujeres no tenían un estatus elevado como testigos en el mundo antiguo, si el relato acerca de la resurrección hubiera sido ficticio, habría sido mucho más probable que seleccionara a hombres como sus primeros testigos. Pero no fueron hombres, no los discípulos, sino una mujer. Ella va entonces a dar la buena noticia a los discípulos, pero, no es de sorprenderse, ellos no creen en su testimonio, muy probablemente porque les parecía fantasioso y, además, y desafortunadamente, porque provenía de una mujer.
Los defensores de la autenticidad del reporte de la resurrección de Jesús han usado este hecho, que una mujer fue la primera persona en ver a Jesús resucitado, como una poderosa evidencia en favor de la veracidad del relato.
¿Qué ocurre en Marcos 16:14, y que no tendría sentido si el relato fuera una invención?
Marcos 16:14
14 Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado.
De hecho, en caso de haber fraguado el relato, ¿por qué habrían dado una imagen tan mala de ellos mismos? Jesús tuvo que reprenderlos por su “incredulidad y dureza de corazón”. Desde el momento del arresto de Jesús, y en sus sucesivas apariciones posteriores a la resurrección, los evangelios describen a los seguidores de Jesús de forma muy negativa: huyen, niegan conocerlo, no creen, etc. Esto no tendría sentido si el relato fuera ficticio.
En contraste, su audaz e inquebrantable proclamación posterior acerca del Cristo resucitado, así como la esperanza que ella ofrece a todos, es una evidencia poderosa en favor de la veracidad de sus afirmaciones.
¿Cómo podemos protegernos de caer en la trampa espiritual de la duda y la incredulidad? ¿Por qué deberíamos vincularnos cada día con el Cristo resucitado?
Comentarios Elena G.W
Una luz resplandecía en derredor de la tumba, pero el cuerpo de Jesús no estaba allí. Mientras se demoraban [las mujeres] en el lugar, vieron de repente que no estaban solas. Un joven vestido de ropas resplandecientes estaba sentado al lado de la tumba. Era el ángel que había apartado la piedra. Había tomado el disfraz de la humanidad, a fin de no alarmar a estas personas que amaban a Jesús. Sin embargo, brillaba todavía en derredor de él la gloria celestial, y las mujeres temieron. Se dieron vuelta para huir, pero las palabras del ángel detuvieron sus pasos. «No temáis vosotras —les dijo—; porque yo sé que buscáis a Jesús, que fue crucificado. No está aquí; porque ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id presto, decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos»…
¡Ha resucitado, ha resucitado! Las mujeres repiten las palabras vez tras vez. Ya no necesitan las especias para ungirle. El Salvador está vivo, y no muerto. Recuerdan ahora que cuando hablaba de su muerte, les dijo que resucitaría. ¡Qué día es este para el mundo! Prestamente, las mujeres se apartaron del sepulcro y «con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos» (El Deseado de todas las gentes, pp. 732, 733).
La primera obra que hizo Cristo en la tierra después de su resurrección consistió en convencer a sus discípulos de su no disminuido amor y tierna consideración por ellos… Id, decid a mis hermanos —dijo—, que se encuentren conmigo en Galilea…
Pero aun así no se regocijaban. No podían desechar su duda y perplejidad. Aun cuando las mujeres declararon que habían visto al Señor, los discípulos no querían creerlo. Pensaban que era pura ilusión…
Con frecuencia repetían las palabras: «Esperábamos que él era el que había de redimir a Israel»… Se reunieron en el aposento alto y, sabiendo que la suerte de su amado Maestro podía ser la suya en cualquier momento, cerraron y atrancaron las puertas.
Y todo el tiempo podrían haber estado regocijándose en el conocimiento de un Salvador resucitado. En el huerto, María había estado llorando cuando Jesús estaba cerca de ella. Sus ojos estaban tan cegados por las lágrimas que no le conocieron. Y el corazón de los discípulos estaba tan lleno de pesar que no creyeron el mensaje de los ángeles ni las palabras de Cristo (El Deseado de todas las gentes, p. 736).
Cada manifestación de duda fortalece la incredulidad. Cada pensamiento y palabra de esperanza, valor, luz y amor, fortalece la fe y fortifica el alma para resistir en medio de la oscuridad moral que existe en el mundo. Los que hablan acerca de la fe tendrán fe, y los que hablan acerca del desánimo tendrán desánimo. Nos transformamos de acuerdo con lo que contemplamos (Cada día con Dios, p. 90).