Al consultar el origen etimológico de la palabra “generosidad” es interesante descubrir que proviene del vocablo latino generositatem, que significa “noble de estirpe”.178 Resulta evidente que, en épocas pasadas, “se esperaba de las personas de noble nacimiento que no se limitaran a vestir ropa fina y tener un porte digno, sino que también fueran considerados con aquellos que pertenecían a estratos sociales inferiores”.179
Siendo que no existe una estirpe mayor, un nacimiento más noble que ser hijas del Dios altísimo, cae por su propio peso que la generosidad debería ser una virtud innegociable en nuestra vida. Ahora bien, cuando pensamos en generosidad, casi siempre nos viene a la mente el desprendimiento económico; sin embargo, ser generosa es mucho más que dar dinero para causas nobles.
Ser generosa es, en esencia, no escatimar ninguno de nuestros recursos a la hora de tratar con el prójimo. La persona generosa comparte su tiempo libre con quien necesita la atención y el toque humanos; da el crédito a quien lo merece, sin querer acapararlo para sí; perdona al prójimo tal como ella fue perdonada por Dios; echa una mano sin que se lo pidan, aunque implique desgaste físico…; en definitiva, no escatima nada al prójimo (material, intelectual, emocional), cuando está en su mano darlo. Para ser generosas de verdad debemos tener un corazón refinado por la contemplación del carácter de Dios.
El Señor no nos pide nada que él no nos haya dado primero. Él, “que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas?” (Rom. 8:32, NVI). Él, de quien procede “todo lo bueno y perfecto que se nos da” (Sant. 1:17). Él es el que nos llama a cambiar, para que nuestro carácter se parezca cada vez más al suyo; para que su generosidad cale en nuestra filosofía de vida.
Leemos en Isaías 32:8: “El generoso concebirá acciones generosas, y por las acciones generosas permanecerá” (RVA-2015). Esto solo se logra buscando a Dios en oración para que produzca en nosotras tanto el querer como el hacer por su buena (y generosa) voluntad.
“Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos” (Mateo 5:45, RVR60).
178 Diccionario de uso del español María Moliner. 179 50 principios de liderazgo bíblico (Doral, Florida: IADPA, 2022).