• noviembre 24, 2024

Noviembre 24 – CON HUMILDAD – Mi Vida Hoy

TEMA: UNA VIDA VICTORIOSA MI VIDA HOY La soberbia del hombre le abate; pero al humilde de espíritu sustenta la…

 Noviembre 24 – CON HUMILDAD – Mi Vida Hoy

TEMA: UNA VIDA VICTORIOSA

MI VIDA HOY

La soberbia del hombre le abate; pero al humilde de espíritu sustenta la honra. (Prov. 29:23)

Muchos pueden ensalzarse y jactarse de su poder; pero en un solo instante Dios puede aniquilarlos. La obra de Satanás consiste en conseguir que, los hombres se ensalcen a causa de los talentos que se les han confiado. Todo ser humano por cuyo intermedio obre Dios, tendrá que aprender que el Dios vivo, omnipresente y siempre activo es el ser supremo, y es quien le ha confiado sus talentos para que los use. Los tales son: una inteligencia para crear; un corazón que será la sede de su trono; los afectos que deben afluir en bendiciones para todos aquellos que se relacionen con él; una conciencia por medio de la cual el Espíritu Santo lo convenza de pecado, de justicia y de juicio. (YI, 28-03-1905)

El orgullo, la ignorancia y la necedad son constantes compañeros. Al Señor le desagrada el orgullo que se manifiesta entre los profesos hijos de Dios. (4T:634)

Padres…es más fácil enseñarles a vuestros hijos una lección de orgullo que una de humildad. (1T:134)

Antes de la honra viene la humildad. Para ocupar un lugar elevado ante los hombres, el Cielo elige al obrero que toma un lugar humilde delante de Dios. El discípulo que más se asemeja a un niño es el más eficiente en la labor para Dios. Los seres celestiales pueden cooperar con aquel que no trata de ensalzarse a sí mismo sino de salvar almas…Saldrá de la comunión con Cristo para trabajar en favor de aquellos que perecen en sus pecados. Ha sido ungido para su misión, y tiene éxito donde muchos de los sabios e intelectualmente preparados fracasarían…

La sencillez, el olvido de sí mismo, y el amor confiado del niñito son los atributos que el Cielo aprecia. Son las características de la verdadera grandeza. (DTG:385)

Salomón no fue nunca tan rico, sabio y verdaderamente grande como cuando confesó: “Yo soy mozo pequeño, que no sé cómo entrar ni salir”. (PR:30) (343)

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