Noviembre 28 – El amor: ese es el énfasis del evangelio – Virtuosa

«Solo puede ser libre el que ama y se siente amado por el Creador». J. Vladimir Polanco Cuenta una historia…

 Noviembre 28 – El amor: ese es el énfasis del evangelio – Virtuosa

«Solo puede ser libre el que ama y se siente amado por el Creador».

Cuenta una historia que un misionero se encontraba tratando de convencer al cacique de una tribu de que aceptara el cristianismo. Para ello, le explicaba todo lo que no podría hacer.
—Disculpe, señor misionero —le interrumpió de pronto el cacique—, ¿me está diciendo que si me convierto al cristianismo ya no podré tomar como esposa a la mujer de mi prójimo?
—Sí, eso es lo que le estoy diciendo —respondió el misionero.
—¿Me está diciendo que si acepto el cristianismo ya no podré bailar la danza de la guerra ni arrancarles el corazón a mis enemigos?
—Sí, eso le estoy diciendo. No podrá hacer ninguna de esas cosas.
—De todos modos —sentenció el cacique—, ha de saber que ya no puedo hacer ninguna de esas cosas, porque soy viejo, y las limitaciones de la vejez no me permiten hacerlas. Supongo que ser cristiano y ser viejo es lo mismo.
No, no es lo mismo; de hecho, qué belleza el cristianismo manifestado en la vida de una joven que se siente joven y, plena de juventud, ama a Cristo y vive para él. Si es tu caso, si eres una joven cristiana, no te dejes intimidar por quien te tilda de «vieja» o «anticuada» por ser fiel a la Palabra de Dios.
Sin embargo, el punto que quiero traer en el día de hoy para tu reflexión es el hecho de que, lamentablemente, al enseñar el evangelio solemos poner el énfasis en las prohibiciones de la ley, en lugar de ponerlo donde debe estar: en el amor como base de la verdadera libertad.
Al leer en Éxodo cómo la ley fue entregada al pueblo de Dios vemos que primero Dios los salvó; por su amor, los sacó de la esclavitud; solo después de haberlos salvado por amor es que les dio su ley. Primero fueron el amor y la salvación; luego fue la comunicación de unas promesas, unas palabras, unas normas o principios con respecto a los cuales vivir para seguir disfrutando la libertad obtenida. ¡No para perderla!
Si sentimos que la ley nos roba libertad es porque no hemos aceptado aún el amor y la salvación ofrecidos por Cristo. Pero si los hemos aceptado ya, andar en obediencia a la ley se convierte en la verdadera libertad.
Acepta el amor de Dios; acepta su salvación; descubre la verdadera libertad.

«Dios prueba que nos ama, en que, cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros» (Rom. 5:8).

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