Que ningún hombre entre en la obra destruyendo los fundamentos de la verdad que han hecho de nosotros lo que somos. Aunque había trampas a cada lado, Dios dirigió a su pueblo paso a paso. Bajo la maravillosa conducción de un claro “Así dice el Señor”, se ha establecido una verdad que ha soportado la prueba. Cuando los hombres se levantan e intentan atraer a los discípulos tras de sí, enfréntenlos con las verdades que han sido probadas como por fuego. RP 237.2
“Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti”. Apocalipsis 3:1-3. RP 237.3
Quienes procuran mover los antiguos pilares, no están afirmando las cosas; no recuerdan lo que han recibido y oído. Quienes tratan de introducir teorías que mueven las columnas de nuestra fe con respecto al santuario, la personalidad de Cristo o de Dios, están trabajando como ciegos. Procuran introducir incertidumbre y dejar al pueblo de Dios sin ancla, a la deriva. RP 237.4
Quienes pretenden estar identificados con el mensaje que Dios nos ha dado deben tener percepciones espirituales agudas y claras, para poder distinguir la verdad del error. La palabra del mensajero de Dios es: “Despierta a los atalayas”. Si los hombres discernieran el espíritu de los mensajes dados, y procuraran encontrar de qué fuente proceden, el Señor Dios de Israel los guardaría de ser descarriados.—Manuscript Release 760:9, 10. RP 237.5