Nuestra obra está claramente definida. Como el Padre envió a su Hijo unigénito, así Cristo nos envía a nosotros, sus discípulos, como sus obreros médico-misioneros. Al cumplir esta elevada y santa misión, tenemos que hacer la voluntad de Dios. Ninguna mente o juicio humano debe ser nuestro criterio acerca de qué constituye la obra médico-misionera genuina… RP 243.2
Es de origen celestial. No fue originada por ninguna persona que viva ahora. Pero en relación con este trabajo vemos tantas cosas que deshonran a Dios que se me ha instruido decir: La obra médico-misionera es de origen divino, y tiene una misión muy gloriosa que cumplir. En todas sus directivas ha de estar en armonía con la obra de Cristo. Los que son obreros junto con Dios representarán tan ciertamente el carácter de Jesús, como Cristo representó el carácter de su Padre mientras estuvo en este mundo. RP 243.3
Se me ha instruido para decir que Dios limpiará la obra médico-misionera de la mancha de la mundanalidad, y la elevará para estar en su verdadera posición ante el mundo. Cuando se introducen en esta obra planes que ponen en peligro a los creyentes, se destruye su influencia. Por esto, en la realización de la obra médico-misionera han surgido muchas perplejidades que demandan nuestra cuidadosa consideración… RP 243.4
Nada nos ayudará más en esta etapa de nuestra obra que comprender y cumplir la misión del mayor Médico Misionero que alguna vez estuvo sobre la tierra; nada ayudará más que percibir cuán sagrada es esta clase de obra y cuán perfectamente corresponde con la obra del gran Misionero. El propósito de nuestra misión es el mismo que el de la misión de Cristo. ¿Por qué envió Dios a su Hijo al mundo caído? Para dar a conocer y demostrar ante la humanidad el amor de Dios hacia ellos. Cristo vino como Redentor. A través de todo su ministerio tenía que mantener en alto su misión de salvar a los pecadores.—Medical Ministry, 24.