Diciembre 4 – No mires lo que tú eres, mira lo que Dios es – Virtuosa

«El enemigo te siembra dudas justo en aquello en que Dios quiere usarte». Tamyra Horst. Cuenta la autora Tamyra Horst…

 Diciembre 4 – No mires lo que tú eres, mira lo que Dios es – Virtuosa

«El enemigo te siembra dudas justo en aquello en que Dios quiere usarte».

Cuenta la autora Tamyra Horst que, en una ocasión, asistió a un retiro de mujeres cuya oradora principal era Ginny Allen, una de sus predicadoras favoritas.
Las presentaciones de Allen la ayudaron muchísimo, y ella quería decírselo. Sin embargo, pensó: «¿Por qué una gran oradora internacional como ella iba a detenerse a escuchar a alguien tan insignificante como yo?». Así que decidió orar a Dios para que, si era la voluntad de él, le diera una oportunidad de hacerle saber a Allen cómo estaba siendo usada para marcar una diferencia.
El tiempo pasó, y Tamyra no encontró ocasión para hablarle a Allen. El último día del retiro, domingo por la mañana, Tamyra se levantó a las cinco para leer la Biblia y orar, y como su compañera de habitación aún dormía, se encerró en el baño. Allí, la asaltó un pensamiento: «Ve a sentarte al sofá del pasillo». Pero rechazó la idea, pensando: «No puedo dejar que nadie me vea con este pelo revuelto, esta cara de recién levantada y estos lentes tan gruesos». La impresión volvió a su mente una vez más:
«Ve a leer al sofá del pasillo». ¿Sería Dios que le estaba hablando? «Imposible», pensó.
Así que se quedó en el baño. Horas después, en su última presentación, Ginny Allen confesó: «Esta mañana, a las cinco, fui a sentarme al sofá del pasillo porque me sentía muy desanimada. Comencé a pedirle a Dios que me diera palabras de ánimo. Justo en ese momento, Dios envió a alguien que me dijo lo que necesitaba oír».
«¡¡¡Esa tenía que haber sido yo!!!», pensó Tamyra al darse cuenta de que Dios había intentado responder dos oraciones, la suya y la de Allen. Ella misma había bloqueado la respuesta por sus miedos y prejuicios. Y es que las mujeres tendemos a decirnos mensajes basados en prejuicios, temores, dudas, miedo al rechazo, sobregeneralizaciones y conclusiones erróneas sobre nosotras y los demás. Por esos pensamientos recurrentes nos suceden dos cosas: 1) nosotras mismas ponemos trabas al actuar de Dios y 2) nos incapacitamos para darnos cuenta de que él ya está obrando en nuestra vida.
La Biblia nos dice que todo lo podemos en Cristo, que es quien nos envía y nos capacita. Tamyra, en esta ocasión, no lo creyó; la mujer anónima que fue a sentarse al sofá del pasillo sí lo creyó. ¿Y tú? ¿Te dejarás usar por Dios sin prejuicios, sin miedos, sabedora de su poder? ¿O dejarás que tus inseguridades, complejos y tu miedo al ridículo sean más fuertes?

«Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Fil. 4:13).

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