Domingo 10 de noviembre – REMONTÁNDONOS A ABRAHAM – BIENAVENTURADOS LOS QUE CREEN

BIENAVENTURADOS LOS QUE CREEN “Jesús le dijo: ‘Porque me has visto, Tomás, creíste. ¡Dichosos los que no vieron y creyeron!’…

 Domingo 10 de noviembre – REMONTÁNDONOS A ABRAHAM – BIENAVENTURADOS LOS QUE CREEN

BIENAVENTURADOS LOS QUE CREEN

“Jesús le dijo: ‘Porque me has visto, Tomás, creíste. ¡Dichosos los que no vieron y creyeron!’ ” (Juan 20:29).

Domingo: 10 de noviembre

REMONTÁNDONOS A ABRAHAM

Jesús no tuvo reparos en declarar quién era, ni tampoco en llamar a testigos para que dieran testimonio de quién era, incluso a testigos que habían desaparecido hacía mucho tiempo; Abraham, entre ellos: “Abraham, el padre de ustedes, se gozó en que vería mi día. Y lo vio, y se gozó” (Juan 8:56).

¿Por qué fue el testimonio de Abraham tan importante como para ser incluido en el Evangelio de Juan? Génesis 12:3; 18:16-18; 26:4; Mateo 1:1; Hechos 3:25.

 

Génesis 12:3

Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.

 

Génesis 18:16-18

16 Y los varones se levantaron de allí, y miraron hacia Sodoma; y Abraham iba con ellos acompañándolos. 17 Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer, 18 habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte, y habiendo de ser benditas en él todas las naciones de la tierra?

 

Génesis 26:4

Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente,

 

Mateo 1:1

1 Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.

 

Hechos 3:25

25 Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra.

“A través de tipos y promesas, Dios ‘dio de antemano las buenas nuevas a Abraham’ (Gál. 3:8). Y la fe del patriarca se fijó en el Redentor que habría de venir. Cristo dijo a los judíos: ‘Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó’ (Juan 8:56). El carnero ofrecido en lugar de Isaac representaba al Hijo de Dios, que habría de ser sacrificado en nuestro lugar. Cuan- do el hombre estaba condenado a la muerte por su transgresión de la Ley de Dios, el Padre, mirando a su Hijo, dijo al pecador: ‘Vive: he hallado un rescate’ ” (Elena G. de White, Patriarcas y profetas, p. 150).

Abraham fue el padre de la nación judía. Recibió la promesa de que todas las naciones serían bendecidas por medio de él. Esta bendición llegó a través del Mesías, nacido de su linaje.

Fue también el padre de los que responden a Dios con fe (Heb. 11:8, 17-19). Su voluntad de sacrificar a su hijo Isaac (Gén. 22), el hijo de la promesa, no solo fue una prueba de fe, sino también una ventana al Plan de Salvación.

Cuando Jesús dijo: “Abraham, el padre de ustedes, se gozó en que vería mi día. Y lo vio, y se gozó” (Juan 8:56), los líderes respondieron: “Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?” (Juan 8:57).

La respuesta de Jesús fue asombrosa. “Les aseguro: Antes que Abraham existiera, yo soy” (Juan 8:58).

Jesús utiliza un lenguaje que recuerda el que Dios usó cuando se dirigió a Moisés en la zarza ardiente. Era una afirmación de divinidad, de existencia autónoma. Los dirigentes, sin duda, entendieron lo que eso implicaba en labios de Jesús, pues “tomaron piedras para apedrearlo” (Juan 8:59).

Lee Romanos 4:1 al 5. ¿Cómo utiliza Pablo esta historia de Abraham para revelar la gran verdad de la salvación solo por la fe, sin las obras de la Ley? ¿Cómo nos ayudan estos versículos a entender que Abraham es el padre de quienes viven por la fe?

 

Romanos 4:1-5

 ¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.

Comentarios Elena G.W

[Abraham] elevó la más ferviente oración porque antes de su muerte pudiera contemplar al Mesías. Y vio a Cristo. Se le dio una comunicación sobrenatural, y reconoció el carácter divino de Cristo. Vio su día, y se gozó. Se le dio una visión del sacrificio divino por el pecado. Tuvo una ilustración de ese sacrificio en su propia vida. Recibió la orden: «Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas… y ofrécelo… en holocausto». Génesis 22:2. Sobre el altar del sacrificio, colocó al hijo de la promesa, el hijo en el cual se concentraban sus esperanzas. Entonces, mientras aguardaba junto al altar con el cuchillo levantado para obedecer a Dios, oyó una voz del cielo que le dijo: «No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; que ya conozco que temes a Dios, pues que no me rehusaste tu hijo, tu único». Génesis 22:12. Se le impuso esta terrible prueba a Abraham para que pudiera ver el día de Cristo y comprender el gran amor de Dios hacia el mundo, tan grande que para levantarlo de la degradación dio a su Hijo unigénito para que sufriera la muerte más ignominiosa (El Deseado de todas las gentes, p. 434).

«Abraham vuestro padre se gozó de que habría de ver mi día; y lo vio, y se gozó. Entonces le dijeron los judíos: aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? Jesús les dijo: de cierto, de cierto os digo: antes que Abraham fuese yo soy». Juan 8:56-58.

Aquí Cristo les muestra que, aunque podían calcular que su edad no alcanzaba los cincuenta años, su vida divina no podía ser calculada por cómputos humanos. La existencia de Cristo antes de su encarnación no se puede medir con cifras.

«Antes que Abraham fuese, yo soy». Cristo es el Hijo de Dios, preexistente y autoexistente. El mensaje que le comunicó a Moisés para ser dado a los hijos de Israel fue: «Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros». Éxodo 3:14 (Exaltad a Jesús, p. 11).

El premio no se otorga por las obras, a fin de que nadie se alabe; mas es todo por gracia. «¿Qué, pues, diremos que halló Abraham nuestro padre según la carne? ¿Que si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse; mas no para con Dios. Porque ¿qué dice la Escritura? Y creyó Abraham a Dios, y le fue atribuido a justicia. Empero al que obra, no se le cuenta el salario por merced, sino por deuda. Mas al que no obra, pero cree en aquel que justifica al impío, la fe le es contada por justicia». Romanos 4:1-5. Por lo tanto, no hay motivo para que uno se gloríe sobre otro o manifieste envidia hacia otro. Nadie obtiene un privilegio superior a otro, ni puede alguien reclamar la recompensa como un derecho (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 331, 332).

Elena G.W

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