Domingo 12 de mayo – LA PROMESA DE SU REGRESO – MOTIVADOS POR LA ESPERANZA

MOTIVADOS POR LA ESPERANZA “En ese día se dirá: ‘¡Este es nuestro Dios! Lo hemos esperado, y él nos salvará.…

 Domingo 12 de mayo – LA PROMESA DE SU REGRESO – MOTIVADOS POR LA ESPERANZA

MOTIVADOS POR LA ESPERANZA

“En ese día se dirá: ‘¡Este es nuestro Dios! Lo hemos esperado, y él nos salvará. Este es el Señor a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación’ ” (Isa. 25:9).

Domingo: 12 de mayo

LA PROMESA DE SU REGRESO

Los reformadores protestantes y los peregrinos que partieron de Holanda hacia el nuevo mundo anhelaban la venida de Jesús. Para ellos, la segunda venida de Cristo era un acontecimiento gozoso, que esperaban con gran interés. Juan Wycliffe anhelaba la venida de Cristo como la esperanza de la iglesia. Calvino hablaba en nombre de todos los reformadores al referirse al glorioso regreso de Cristo como “el más auspicioso de todos los acontecimientos”. Para los hombres y las mujeres fieles a Dios, la segunda venida de Cristo era algo que había que celebrar, no algo que se debía temer.

Lee Juan 14:1 al 3; 1 Tesalonicenses 4:13 al 18; y Tito 2:11 al 14. ¿Por qué estos pasajes bíblicos ofrecieron tanta esperanza a los cristianos a lo largo de los siglos?

 

Juan 14:1-3

1No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

 

1 Tesalonicenses 4:13-18

13 Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. 14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. 15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. 16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. 18 Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.

 

Tito 2:11-14

11 Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, 12 enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, 13 aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, 14 quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.

Es fácil entender por qué la creencia en la segunda venida de Cristo ha traído tanta esperanza y alegría a los cristianos que creen en la Biblia. Este acontecimiento señala el fin de la enfermedad, el sufrimiento y la muerte. Anuncia el fin de la pobreza, la injusticia y la opresión. Anticipa el fin de las luchas, los conflictos y las guerras. Pronostica un mundo futuro de paz, felicidad y comunión duradera con Cristo y los redimidos de todas las épocas para siempre.

 “La venida del Señor ha sido en todo tiempo la esperanza de sus verdaderos seguidores. La promesa de despedida del Salvador sobre el Monte de los Olivos, de que volvería, iluminó el futuro para sus discípulos y llenó sus corazones con gozo y esperanza que las penas no podían apagar ni las pruebas disminuir. Entre los sufrimientos y las persecuciones, ‘la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo’ era la ‘esperanza bienaventurada’. Cuando los cristianos de Tesalónica, agobiados por el dolor, enterraban a sus amados que habían esperado vivir hasta ser testigos de la venida del Señor, Pablo, su maestro, les recordaba la resurrección, que se verificaría cuando viniese el Salvador. Entonces los muertos en Cristo resucitarían, y juntamente con los vivos serían arrebatados para recibir a Cristo en el aire. Y dijo: ‘Y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos pues los unos a los otros con estas palabras’ (1 Tes. 4:16-18)” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 347).

¿Por qué la Segunda Venida es tan importante para nuestra fe? Especialmente al saber que los muertos duermen (ver lección 10), ¿por qué esta enseñanza adquiere tanta importancia? Sin ella, ¿por qué estaríamos, como dijo Pablo, en una situación totalmente desesperada (ver 1 Cor. 15:15-18)?

Comentarios Elena G.W

Una de las verdades más solemnes y más gloriosas que revela la Biblia, es la de la segunda venida de Cristo para completar la gran obra de la redención. Al pueblo peregrino de Dios, que por tanto tiempo hubo de morar «en región y sombra de muerte», le es dada una valiosa esperanza inspiradora de alegría con la promesa de la venida de Aquel que es «la resurrección y la vida» para hacer «volver a su propio desterrado». La doctrina del segundo advenimiento es verdaderamente la nota tónica de las Sagradas Escrituras. Desde el día en que la primera pareja se alejara apesadumbrada del Edén, los hijos de la fe han esperado la venida del Prometido que había de aniquilar el poder destructor de Satanás y volverlos a llevar al paraíso perdido. Hubo santos desde los antiguos tiempos que miraban hacia el tiempo del advenimiento glorioso del Mesías como hacia la consumación de sus esperanzas (El conflicto de los siglos, p. 301).

Esta gran verdad [ha sido el] consuelo de los fieles siervos de Dios a través de los siglos; ¿por qué hubo de convertirse, como su Autor, en «piedra de tropiezo, y piedra de caída», para los que profesaban ser su pueblo? Fue nuestro Señor mismo quien prometió a sus discípulos: «Si yo fuere y os preparare el lugar, vendré otra vez, y os recibiré conmigo». Juan 14:3. El compasivo Salvador fue quien, previendo el abandono y dolor de sus discípulos, encargó a los ángeles que los consolaran con la seguridad de que volvería en persona, como había subido al cielo. Mientras los discípulos estaban mirando con ansia al cielo para percibir la última vislumbre de Aquel a quien amaban, fue atraída su atención por las palabras: «¡Varones galileos, ¿por qué os quedáis mirando así al cielo? Este mismo Jesús que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá del mismo modo que le habéis visto ir al cielo!» Hechos 1:11. El mensaje de los ángeles reavivó la esperanza de los discípulos. «Volvieron a Jerusalén con gran gozo: y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios». Lucas 24:52, 53. No se alegraban de que Jesús se hubiese separado de ellos ni de que hubiesen sido dejados para luchar con las pruebas y tentaciones del mundo, sino porque los ángeles les habían asegurado que él volvería (El conflicto de los siglos, p. 338).

Al bajarse la norma moral de los creyentes corintios, ciertas personas habían abandonado algunos de los rasgos fundamentales de su fe. Algunos habían llegado hasta el punto de negar la doctrina de la resurrección. Pablo afrontó esta herejía con un testimonio muy claro en cuanto a la evidencia inconfundible de la resurrección de Cristo. Declaró que Cristo, después de su muerte, «resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras», después de lo cual «apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos juntos; de los cuales muchos viven aún; y otros son muertos. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles. Y el postrero de todos… me apareció a mí»

Pablo dirigió los pensamientos de los hermanos corintios a los triunfos de la mañana de la resurrección, cuando todos los santos que duermen se levantarán, para vivir para siempre con el Señor (Los hechos de los apóstoles, pp. 257, 258).

Elena G.W

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *