Domingo 14 de mayo – EL SÁBADO Y EL FIN

EL SÁBADO Y EL FIN “Y de aclarar a todos la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios,…

 Domingo 14 de mayo – EL SÁBADO Y EL FIN

EL SÁBADO Y EL FIN

“Y de aclarar a todos la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, quien creó todas las cosas” (Efe. 3:9).

Domingo: 14 mayo

EL JUICIO, LA CREACIÓN, Y LA RESPONSABILIDAD

Si somos un mero conjunto de células formadas de manera aleatoria, tan solo el producto del azar y nada más que un simio avanzado, entonces la vida tiene poco sentido. Si simplemente somos una de las ocho mil millones de personas que se arañan entre sí por el espacio vital en un planeta llamado Tierra, la vida pierde su propósito, más allá de la mera supervivencia. En contraste, la Creación bíblica ofrece una razón y un imperativo moral para vivir. Dios nos creó, y rendiremos cuenta de nuestros actos. Quien nos dio el sentido de la responsabilidad ha establecido absolutos, incluso en un mundo de relativismo moral.

Lee Apocalipsis 14:7; Romanos 14:10; y Santiago 2:1 al 13. ¿Qué implica el Juicio sobre cuestiones como la responsabilidad? ¿Cuál es el vínculo entre el juicio, los mandamientos de Dios y la adoración?

 

Apocalipsis 14:7

diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.

 

Romanos 14:10

10 Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.

 

Santiago 2:1-13

1 Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado; ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos? Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros? Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis; pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores. 10 Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. 11 Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley. 12 Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad. 13 Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio.

El mensaje de los tres ángeles que vuelan por el aire en Apocalipsis 14 anuncia que “ha llegado la hora de su juicio” (Apoc. 14:7). Puesto que Dios nos creó con la capacidad de tomar decisiones morales, somos responsables por las decisiones que tomamos. Si meramente fuéramos un conjunto aleatorio de células o productos de nuestra herencia y medioambiente únicamente, nuestro accionar estaría determinado mayormente por fuerzas sobre las que no tendríamos control.

Pero el Juicio implica responsabilidad moral. En esta hora de crisis de la historia de la Tierra, la hora del Juicio, Dios nos llama a tomar decisiones a la luz de la Eternidad. El llamado ferviente del primer ángel, “Adoren al que hizo el cielo y la Tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apoc. 14:7), reconoce que la base de toda adoración es el hecho de que Dios nos creó.

Mientras tanto, nuestra observancia del sábado pone de manifiesto nuestra creencia de que Jesús es digno de ser adorado como nuestro Creador. Revela nuestra aceptación de la Ley, los Diez Mandamientos, como principios divinamente inspirados para vivir una vida plena. Debido a que la Ley es el fundamento del gobierno de Dios y una revelación de su carácter, se convierte en la norma del Juicio. Nuestra fidelidad al mandamiento del sábado es el reconocimiento de nuestro compromiso de llevar una vida de obediencia.

El concepto que tenemos de la Creación, ¿cómo influye sobre nuestro comportamiento? ¿Qué relación tienen la herencia y el entorno con las decisiones que tomamos a diario? ¿Cómo podemos, por la gracia de Dios, superar los defectos de carácter que no elegimos tener?

Comentarios Elena G.W

Pablo dijo: “A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor”. Romanos 1:14. Dios había revelado su verdad a Pablo y al hacerlo así lo había hecho un deudor hacia los que estaban en las tinieblas y a quienes debía iluminar. Pero muchos no comprenden que son responsables delante de Dios. Están utilizando los talentos de Dios, tienen las facultades mentales que, si las emplearan correctamente, los convertirían en colaboradores con Cristo y los ángeles. Muchas almas podrían salvarse mediante sus esfuerzos, para brillar como estrellas en su corona de gozo, pero manifiestan indiferencia hacia todo esto. Satanás ha procurado por medio de las atracciones del mundo encadenarlos y paralizar sus facultades morales, cosa que ha conseguido con mucho éxito (Consejos sobre Mayordomía Cristiana, p. 224).

Por cuantiosas o reducidas que sean las posesiones de una persona, ésta debe recordar que las ha recibido tan sólo en calidad de depósito. Debe rendir cuenta a Dios de su fuerza, habilidad, tiempo, talento, oportunidades y recursos. Esto constituye una obra individual; Dios nos da para que seamos como él generosos, nobles y benevolentes al compartir lo que tenemos con otros. Los que olvidan su misión divina procuran tan sólo ahorrar o gastar para complacer el orgullo o el egoísmo, y éstos puede ser que disfruten de los placeres de este mundo; pero ante la vista de Dios, estimados en base a sus realizaciones espirituales, son desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos (Consejos sobre Mayordomía Cristiana, pp. 24, 25).

Dios ha permitido a su Hijo que nos confiera su gracia y poder a los seres humanos, para que todos podamos vencer en el nombre de Cristo…

Jesús no quiere que los comprados a tanto precio sean juguete de las tentaciones del enemigo. No quiere que seamos vencidos ni que perezcamos. El que dominó los leones en su foso, y anduvo con sus fieles testigos entre las llamas, está igualmente dispuesto a obrar en nuestro favor para refrenar toda mala propensión de nuestra naturaleza. Hoy está ante el altar de la misericordia, presentando a Dios las oraciones de los que desean su ayuda. No rechaza a ningún ser humano suplicante y contrito. A las almas que se vuelven a él en busca de amparo, Jesús las levanta sobre toda acusación y calumnia. Ningún hombre ni ángel maligno puede incriminar a estas almas. Cristo las une con su propia naturaleza divina y humana (Mu Life Today, p. 317; parcialmente en Mi vida hoy, p. 321).

En el conflicto con los agentes satánicos hay momentos decisivos que determinan la victoria, ya sea del lado de Dios o del lado del príncipe de este mundo. Si los que están empeñados en la lucha no están bien despiertos, ni son fervientes, ni vigilantes, ni oran por sabiduría, ni velan en oración,… Satanás resulta vencedor, cuando podría haber sido derrotado por los ejércitos del Señor… Los fieles centinelas de Dios no deben dar ninguna ventaja a los poderes del mal…

El que quiera vencer debe aferrarse bien de Cristo. No debe mirar hacia atrás, sino mantener la vista siempre hacia arriba (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 6, p. 1094).

Elena G.W

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