- junio 16, 2024
Domingo 16 de junio – LEALTAD A DIOS Y A SU PALABRA – LOS ACONTECIMIENTOS FINALES DE LA TIERRA
LOS ACONTECIMIENTOS FINALES DE LA TIERRA “Compra la verdad y no la vendas; adquiere sabiduría, disciplina e inteligencia” (Prov. 23:23).…
LOS ACONTECIMIENTOS FINALES DE LA TIERRA
“Compra la verdad y no la vendas; adquiere sabiduría, disciplina e inteligencia” (Prov. 23:23).
Domingo: 16 de junio
LEALTAD A DIOS Y A SU PALABRA
Lee Proverbios 23:23; y Juan 8:32 y 17:17. ¿Qué tienen en común estos versículos?
Proverbios 23:23
23 Compra la verdad, y no la vendas; La sabiduría, la enseñanza y la inteligencia.
Juan 8:32
32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
Juan 17:17
17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
A lo largo de los siglos, el Gran Conflicto ha sido una batalla entre la verdad y el error. Satanás es un mentiroso y el padre de la mentira (Juan 8:44). Jesús es el autor de toda verdad. Él declaró: “ ‘Yo soy el camino, la verdad y la vida’ ” (Juan 14:6). La verdad que nos libra de los engaños de Satanás se encuentra en la Palabra de Dios. La Biblia desenmascara la estrategia de Satanás y revela los planes de Dios. La Escritura es una lámpara para nuestros pies (Sal. 119:105). El salmista declara: “La explicación de tus palabras ilumina, da inteligencia a los sencillos” (Sal. 119:130). Y añade: “Toda tu palabra es verdad” (Sal. 119:160).
Lee 2 Pedro 1:16 al 21. ¿Qué seguridad nos da el apóstol con respecto a la profecía? ¿Qué ilustración utiliza para mostrar la importancia de la Palabra profética de Dios?
2 Pedro 1:16-21
16 Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. 17 Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. 18 Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo. 19 Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; 20 entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, 21 porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
No hemos seguido “fábulas ingeniosas”. Las profecías de la Palabra de Dios iluminan el camino que tenemos por delante. Nos ayudan a distinguir la verdad del error. Sin la Biblia, quedaríamos librados a los caprichos de la opinión humana y caeríamos fácilmente en el engaño. “Al pueblo de Dios se lo dirige a las Escrituras como su salvaguardia contra las influencias de los falsos maestros y el poder engañoso de los espíritus de las tinieblas. Satanás emplea todo artificio posible para impedir que los hombres obtengan un conocimiento de la Biblia, pues su claro lenguaje revela sus engaños. […] El último gran engaño se desplegará pronto ante nosotros. El Anticristo va a efectuar ante nuestra vista sus obras maravillosas. Las falsificaciones se asemejarán tanto a la realidad que será imposible distinguirlas sin el auxilio de las Santas Escrituras. […] Solo los que hayan fortalecido su mente con las verdades de la Biblia podrán resistir en el último gran conflicto. Toda alma ha de pasar por la prueba decisiva: ‘¿Obedeceré a Dios antes que a los hombres?’ La hora crítica se acerca. ¿Hemos asentado los pies en la roca de la inmutable Palabra de Dios? ¿Estamos preparados para defender firmemente los mandamientos de Dios y la fe de Jesús?” (Elena de White, El conflicto de los siglos, pp. 651, 652).
Considera las preguntas de la cita anterior. ¿Qué nos permitirá resistir en la crisis final? ¿Qué nos distrae de estudiar la Palabra de Dios? ¿Cómo podríamos estar poniendo en juego la verdad por placer personal?
Comentarios Elena G.W
El alma que aprecia el amor de Cristo es colmada de libertad, luz y gozo. En un alma así no hay pensamientos divididos. El ser entero anhela a Dios. No va tras los hombres para conocer su deber sino a Cristo, la fuente de toda sabiduría. Busca la Palabra de Dios para encontrar las normas que debe alcanzar.
¿Podremos encontrar alguna vez algún guía más seguro que Jesús? La verdadera religión consiste en estar bajo la conducción del Santo en pensamiento, palabra y obra. Él, que es el camino, la verdad y la vida, toma al buscador humilde, ferviente, completamente entregado, y le dice: «Sígueme». Lo conduce por el estrecho sendero hacia la santidad y el cielo. Cristo abrió este sendero para nosotros a gran costo para sí mismo, y no somos abandonados en nuestros caminos oscuros para que tropecemos. Jesús está a nuestra diestra, proclamando: Yo soy el camino; y todos los que decidan seguir al Señor serán guiados en el sendero real preparado para que los rescatados del Señor caminen por él (Reflejemos a Jesús, 10 de abril, p. 106).
El salmista dice: »La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples». Salmo 119:130″
La Biblia es la historia más instructiva y completa que jamás se haya dado al mundo. Sus páginas sagradas contienen el único relato auténtico de la creación. Aquí contemplamos el poder que «extendió los cielos y echó los cimientos de la tierra». Aquí tenemos una historia verídica de la raza humana, que no está manchada por el prejuicio o el orgullo humanos.
En la palabra de Dios encontramos materia para el pensamiento más profundo; sus verdades suscitan la aspiración más elevada. Aquí comulgamos con los patriarcas y los profetas, y escuchamos la voz del Eterno que habla con los hombres. Aquí contemplamos lo que los ángeles contemplan con asombro: al Hijo de Dios humillándose para convertirse en nuestro Sustituto y Fiador, para enfrentarse sin ayuda a los poderes de las tinieblas y obtener la victoria en nuestro favor (Fundamentals of Christian Education, pp. 84, 85).
No es suficiente que creamos que Jesús no es un impostor, y que la religión de la Biblia no consiste en fábulas arteramente compuestas. Podemos creer que el nombre de Jesús es el único nombre debajo del cielo por el cual el hombre puede ser salvo, y sin embargo, no hacer de él, por la fe, nuestro Salvador personal. No es suficiente creer la teoría de la verdad. No es suficiente profesar fe en Cristo y tener nuestros nombres registrados en el libro de la iglesia. «El que guarda sus mandamientos, está en él, y él en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado». «Y en esto sabemos que nosotros le hemos conocido, si guardamos sus mandamientos». I Juan 3:24; I Juan 2:3. Esta es la verdadera evidencia de la conversión. No importa cuál sea nuestra profesión de fe, no nos vale de nada a menos que Cristo se revele en obras de justicia (Palabras de vida del gran Maestro, p. 254).