- septiembre 17, 2023
Domingo 17 de septiembre – LA IGLESIA: UN EJÉRCITO UNIFICADO – “HACIENDO LA PAZ”
“HACIENDO LA PAZ” “Sobre todo, tomen el escudo de la fe, con que puedan apagar todos los dardos encendidos del…
“HACIENDO LA PAZ”
“Sobre todo, tomen el escudo de la fe, con que puedan apagar todos los dardos encendidos del maligno. Tomen el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efe. 6:16, 17).
Domingo: 17 de septiembre
LA IGLESIA: UN EJÉRCITO UNIFICADO
Lee Efesios 6:10 al 20. ¿Qué señala Pablo sobre el tipo de guerra en la que participa la iglesia? ¿Describe principalmente la batalla espiritual de un creyente individual contra el mal, o la guerra colectiva de la iglesia contra el mal?
Efesios 6:10-20
10 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. 11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. 12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. 13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, 15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. 16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; 18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; 19 y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, 20 por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar.
La victoria en las guerras griegas y romanas dependía de la cooperación de los soldados en cada unidad militar y, especialmente, de su apoyo mutuo en el fragor de la batalla. El individualismo en la batalla se consideraba una característica de los guerreros bárbaros, que los condenaba a la derrota.
Hay razones importantes para apoyar la idea de que Pablo, según este concepto militar habitual, habla principalmente de la batalla compartida de la iglesia contra el mal en Efesios 6:10 al 20: 1. El pasaje es el punto culminante de una carta que trata sobre la iglesia. Sería extraño que Pablo concluyera su carta con la imagen de un guerrero cristiano solitario que lucha contra los enemigos de las tinieblas; 2. Al final del pasaje, Pablo destaca la camaradería cristiana en su llamado a la oración “por todos los santos” (Efe. 6:18–20); 3. Lo más significativo de todo es que, anteriormente en la carta, cuando Pablo habla de los poderes del mal, los enfrenta con la iglesia, no con el creyente individual: “Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora notificada por medio de la iglesia a los principados y potestades de los Cielos” (Efe. 3:10).
Por lo tanto, Efesios 6:10 al 20 no describe a un guerrero solitario que se enfrenta al mal. Pablo, como general, se dirige a la iglesia como un ejército. Él nos llama a tomar toda nuestra armadura y, como un ejército unificado, avanzar en la batalla en forma vigorosa y unida. Pablo decide concluir su énfasis minucioso en la iglesia –que incluye descripciones constantes de la iglesia como el cuerpo de Cristo (Efe. 1:22, 23; 4:1–16), el edificio/templo de Dios (Efe. 2:19-22) y la esposa de Cristo (Efe. 5:21-33)– con una metáfora final: la iglesia como el ejército del Dios viviente. Dado que nos acercamos al “día malo” (Efe. 6:13), las etapas finales de la larga batalla contra el mal, no es momento de estar confundidos acerca de nuestro compromiso con Dios ni con nuestra lealtad mutua como compañeros de armas de Cristo.
¿De qué manera podemos nosotros, como organismo colectivo, trabajar juntos en el Gran Conflicto, a fin de ayudarnos mutuamente en nuestras luchas contra el mal, en cualquier forma que se presente?
Comentarios Elena G.W
[E]l ojo del Salvador penetra lo futuro; contempla los campos más amplios en los cuales, después de su muerte, los discípulos van a ser sus testigos. Su mirada profética abarca lo que experimentarán sus siervos a través de todos los siglos hasta que vuelva por segunda vez. Muestra a sus seguidores los conflictos que tendrán que arrostrar; revela el carácter y el plan de la batalla. Les presenta los peligros que deberán afrontar, la abnegación que necesitarán. Desea que cuenten el costo, a fin de no ser sorprendidos inadvertidamente por el enemigo. Su lucha no había de reñirse contra la carne y la sangre, sino «contra los principados, contra las potestades, contra los gobernantes de las tinieblas de este mundo, contra las huestes espirituales de iniquidad en las regiones celestiales». Efesios 6:12. Habrán de contender con fuerzas sobrenaturales, pero se les asegura una ayuda sobrenatural. Todos los seres celestiales están en este ejército. Y hay más que ángeles en las filas. El Espíritu Santo, el representante del Capitán de la hueste del Señor, baja a dirigir la batalla. Nuestras flaquezas pueden ser muchas, y graves nuestros pecados y errores; pero la gracia de Dios es para todos los que, contritos, la pidan. El poder de la Omnipotencia está listo para obrar en favor de los que confían en Dios (El Deseado de todas las gentes, pp. 318, 319).
La iglesia de Cristo puede apropiadamente compararse a un ejército. La vida de cada soldado es de penuria, dificultades y peligro. Por todos lados hay enemigos vigilantes, dirigidos por el príncipe de las potencias de las tinieblas, quien nunca duerme y nunca abandona su puesto. Cuando quiera que el cristiano descuide su guardia, este poderoso adversario ataca repentina y violentamente. A menos que los miembros de la iglesia se mantengan activos y vigilantes, serán vencidos por sus artificios (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 371).
El Maestro llama obreros evangélicos. ¿Quiénes responderán? Todos los que ingresen en el ejército no han de ser generales, capitanes, sargentos, o cabos. No todos tienen la sensibilidad y responsabilidad necesarias para ser líderes. Hay mucho trabajo arduo de otra clase que hay que hacer. Algunos tienen que cavar zanjas y edificar baluartes; otros han de colocarse como centinelas y otros como portadores de mensajes. Aunque solamente hay pocos oficiales, se necesitan muchos soldados para formar la tropa del ejército; con todo, el éxito depende de la fidelidad de cada soldado individual. La cobardía o traición de un solo hombre puede ocasionar el desastre a todo el ejército.
Hay una gran labor que cada uno de nosotros individualmente debemos hacer, si es que estamos dispuestos a pelear la buena batalla de la fe. Están en juego los intereses eternos. Hay que vestirse de toda la armadura de justicia, hay que resistir al diablo y tenemos la segura promesa que él huirá de nosotros. La iglesia debe llevar a cabo un combate agresivo, hacer conquistas para Cristo, y rescatar almas del poder del enemigo. Dios y sus santos ángeles toman parte en este conflicto. Agrademos al que nos ha llamado a ser sus soldados (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 372).