Domingo 25 de febrero – EL PASTOR DIVINO Y ABNEGADO – ¡BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR!

¡BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR! “La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser la…

 Domingo 25 de febrero – EL PASTOR DIVINO Y ABNEGADO – ¡BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR!

¡BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR!

“La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser la piedra angular. Obra del Señor es esto, es una maravilla a nuestros ojos” (Sal. 118:22, 23).

Domingo: 25 de febrero

EL PASTOR DIVINO Y ABNEGADO

Lee Salmos 23; 28:9; 80:1; 78:52 y 53; 79:13; y 100:3. ¿Cómo se describe en estos textos la relación entre el Señor y su pueblo?

 

Salmos 23

1 Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días.

 

Salmos 28:9

Salva a tu pueblo, y bendice a tu heredad; Y pastoréales y susténtales para siempre.

 

Salmos 80:1

1 Oh Pastor de Israel, escucha; Tú que pastoreas como a ovejas a José, Que estás entre querubines, resplandece.

 

Salmos 78:52-53

52 Hizo salir a su pueblo como ovejas, Y los llevó por el desierto como un rebaño. 53 Los guio con seguridad, de modo que no tuvieran temor; Y el mar cubrió a sus enemigos.

 

Salmos 79:13

13 Y nosotros, pueblo tuyo, y ovejas de tu prado, Te alabaremos para siempre; De generación en generación cantaremos tus alabanzas.

 

Salmos 100:3

Reconoced que Jehová es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.

La imagen del Señor como Pastor y del pueblo de Dios como ovejas de su prado pone de relieve la guía y el cuidado sustentador de Dios para con su pueblo, así como su dependencia de Dios para satisfacer todas sus necesidades. La imagen transmite la noción de cercanía entre Dios y su pueblo, porque los pastores vivían con sus rebaños y cuidaban de cada oveja individualmente. La imagen pastoral subraya también la propiedad de Dios sobre su rebaño, garantizada por dos fuertes vínculos: la Creación (Sal. 95:6, 7; 100:3) y el Pacto (Sal. 28:9; Heb. 13:20).

La imagen del Pastor divino que conduce a José como a un rebaño (Sal. 80:1) alude, quizás, a la bendición que Jacob le dio a José, que presenta a Dios como el Pastor de Israel, y apela así a esta gran promesa y bendición (Gén. 49:24).

Los reyes eran considerados pastores de su pueblo (2 Sam. 5:2). Sin embargo, únicamente Dios merece realmente este título, porque la mayoría de los reyes humanos no estuvieron a la altura de esa vocación. Solamente el Señor lo merece, y por eso se lo llama el Buen Pastor.

Lee Juan 10:11 al 15. ¿Qué dice Jesús de sí mismo como Buen Pastor?

 

Juan 10:11-15

11 Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. 12 Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. 13 Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. 14 Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, 15 así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.

El vínculo íntimo entre el Pastor divino y su rebaño se aprecia en que el rebaño conoce inequívocamente la voz del Pastor (Juan 10:4, 27). Hasta el día de hoy, los pastores de Medio Oriente pueden dividir sus rebaños que se han mezclado simplemente llamando a sus ovejas, que reconocen a su pastor y siguen su voz.

A veces, el rebaño de Dios sufre diversas aflicciones, que el pueblo entiende como señal del descontento y el abandono de Dios. Sin embargo, el Buen Pastor nunca abandona a sus ovejas descarriadas, sino que las busca para salvarlas. Esta es una poderosa imagen de la relación de Dios con su pueblo. Él está dispuesto a morir por sus ovejas (Juan 10:11, 15) y, paradójicamente, a convertirse en Cordero sacrificado por ellas (Juan 1:29). Además, Jesús confirmó que llamaría a sus ovejas de otros rebaños y las uniría en un solo rebaño (Juan 10:16).

¿De qué manera puedes aprovechar a diario y en la práctica lo que se nos promete al tener a Jesús como el Buen Pastor?

Comentarios Elena G.W

De todas las criaturas, la oveja es una de las más tímidas e indefensas, y en el Oriente el cuidado del pastor por su rebaño es incansable e incesante…

Mientras el pastor guía su rebaño por sobre las colinas rocosas, a través de los bosques y de las hondonadas desiertas, a los rincones cubiertos de pastos junto a la ribera de los ríos; mientras lo cuida en las montañas durante las noches solitarias, lo protege de los ladrones y con ternura atiende a las enfermizas y débiles, su vida se unifica con la de sus ovejas. Un fuerte lazo de cariño lo une a los objetos de su cuidado. Por grande que sea su rebaño, él conoce cada oveja. Cada una tiene su nombre, al cual responde cuando la llama el pastor.

Como un pastor terrenal conoce sus ovejas, así el divino Pastor conoce su rebaño, esparcido por el mundo. «Y vosotras, ovejas mías, ovejas de mi pasto, hombres sois, y yo vuestro Dios, dice el Señor Jehová». Jesús dice: «Te puse nombre, mío eres tú». «He aquí que en las palmas te tengo esculpida». Ezequiel 34:31; Isaías 43:1; 49:16 (El Deseado de todas las gentes, pp. 444, 445).

Cristo, en su relación con su pueblo, [se compara] con un pastor. Después de la caída del hombre vio a sus ovejas condenadas a perecer en las sendas tenebrosas del pecado. Para salvar a estas descarriadas, dejó los honores y la gloria de la casa de su Padre. Dice: «Yo buscaré a la perdida y haré volver al redil a la descarriada, vendaré la perniquebrada y fortaleceré a la débil». «Yo salvaré a mis ovejas y nunca más serán objeto de rapiña»; «ni las fieras del país las devorarán». Se oye su voz que las llama a su redil: «Y habrá un resguardo de sombra contra el calor del día, y un refugio y escondedero contra la tempestad y el aguacero». Su cuidado por el rebaño es incansable. Fortalece a las ovejas débiles, libra a las que padecen, reúne los corderos en sus brazos, y los lleva en su seno. Sus ovejas lo aman (Historia de los patriarcas y profetas, p. 189).

[C]uando la tormenta de la persecución caiga realmente sobre nosotros, las ovejas fieles escucharán la voz del Pastor verdadero. Se harán esfuerzos desinteresados para salvar a los perdidos, y muchos que han dejado el redil, regresarán para ir en pos del gran Pastor. El pueblo de Dios se unirá y presentará un frente común ante el enemigo. Ante el creciente peligro, cesará la lucha por la supremacía; no habrá más disputas para decidir quién es el más importante. Ninguno de los creyentes fieles dirá: «Yo soy de Pablo; y yo de Apolo; y yo de Pedro» El testimonio de cada uno será: «Me aferro de Cristo; me gozo en él porque es mi Salvador»

El amor de Cristo, el amor de nuestros hermanos, testificará ante el mundo de que hemos estado con Jesús y aprendido de él (Testimonios para la iglesia, t. 6, pp. 400, 401).

Elena G.W

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