Domingo 25 de junio – PABLO Y LOS EFESIOS

PABLO Y LOS EFESIOS “Y nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, que se había…

 Domingo 25 de junio – PABLO Y LOS EFESIOS

PABLO Y LOS EFESIOS

“Y nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, que se había propuesto en Cristo, para que, llegado el tiempo, reuniera en él, bajo una sola cabeza, todo lo que está en el Cielo y lo que está en la tierra” (Efe. 1:9, 10).

Domingo: 25 de junio

PABLO, EVANGELISTA EN ÉFESO

¿Qué hace Pablo en su primera visita a Éfeso, al final de su segundo viaje misionero? (Hech. 18:18–21).

 

Hechos 18:18–21

18 Mas Pablo, habiéndose detenido aún muchos días allí, después se despidió de los hermanos y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila, habiéndose rapado la cabeza en Cencrea, porque tenía hecho voto. 19 Y llegó a Éfeso, y los dejó allí; y entrando en la sinagoga, discutía con los judíos, 20 los cuales le rogaban que se quedase con ellos por más tiempo; mas no accedió, 21 sino que se despidió de ellos, diciendo: Es necesario que en todo caso yo guarde en Jerusalén la fiesta que viene; pero otra vez volveré a vosotros, si Dios quiere. Y zarpó de Éfeso.

Éfeso era una de las ciudades más grandes del Imperio Romano, con una población de unos doscientos cincuenta mil habitantes. Era la capital de una de las provincias más ricas del Imperio, la provincia de Asia, que abarcaba gran parte de lo que hoy se conoce como Asia Menor. En los días de Pablo, la provincia disfrutaba de un período de crecimiento y prosperidad. Al ser una ciudad portuaria, Éfeso también estaba en la encrucijada de importantes rutas terrestres. Si bien la gente de la ciudad adoraba a muchas deidades, Artemisa, considerada la diosa protectora de la ciudad, era suprema. La adoración a Artemisa era el centro de las ceremonias cívicas, los juegos deportivos y las celebraciones anuales. (Los romanos denominaban Diana a Artemisa; ver Hech. 19:24, 35).

Posteriormente, Pablo regresa a Éfeso en su tercer viaje misionero (Hech. 19:1–12) y se queda allí “por tres años” (Hech. 20:31). El apóstol dedica un tiempo sustancial a Éfeso, con la intención de dar un fundamento sólido al cristianismo allí.

¿Qué acontecimiento extraño genera una reverencia generalizada por el “Señor Jesús” en Éfeso? (Hech. 19:13–20).

 

Hechos 19:13–20

13 Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo. 14 Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. 15 Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? 16 Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos. 17 Y esto fue notorio a todos los que habitaban en Éfeso, así judíos como griegos; y tuvieron temor todos ellos, y era magnificado el nombre del Señor Jesús. 18 Y muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos. 19 Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su precio, hallaron que era cincuenta mil piezas de plata. 20 Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor.

Lucas comparte la extraña historia de siete exorcistas judíos itinerantes en la ciudad. Entremezclar los nombres de Jesús y de Pablo en sus encantamientos decididamente es una iniciativa desafortunada para estos exorcistas. Cuando la noticia recorre las calles de la ciudad, “el temor se apoderó de todos, y magnificaban el nombre del Señor Jesús” (Hech. 19:17). El acontecimiento también tuvo un profundo impacto en algunos de los que ya eran creyentes, quienes quemaron públicamente sus costosos manuales de artes mágicas y, “sacando la cuenta de su precio, hallaron que era de cincuenta mil denarios (cincuenta mil días de trabajo)” (Hech. 19:19). Junto con los demás residentes de la ciudad, los creyentes aprenden que la adoración a Jesús no debe diluirse con ninguna otra adoración.

¿Qué implicó el hecho de que quemaran sus propios libros, incluso a un costo económico tan grande para ellos? ¿Qué nos dice eso acerca de asumir un compromiso total con el Señor?

Comentarios Elena G.W

Cuando Pablo se relacionó directamente con los idólatras habitantes de Efeso, el poder de Dios se manifestó notablemente por medio de él. Los apóstoles no siempre podían hacer milagros a voluntad. El Señor concedía a sus siervos ese poder especial cuando lo exigía el progreso de su causa o el honor de su nombre. Como Moisés y Aarón en la corte de Faraón, el apóstol ahora tenía que defender la verdad contra los prodigios mentirosos de los magos. Por lo tanto, los milagros que hizo fueron de un carácter diferente de los que hasta entonces había hecho. Así como el borde de la vestimenta de Cristo había comunicado poder sanador a la que buscó alivio mediante el toque de la fe, así también en esta ocasión las vestimentas fueron el medio de curación para todos los que creían: «las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían». Sin embargo, esos milagros no fomentaron  una ciega superstición. Cuando Jesús sintió el toque de la mujer que sufría, exclamó: «Ha salido poder de mí». Las Escrituras declaran que el Señor hacía milagros mediante la mano de Pablo, y era ensalzado el nombre del Señor Jesús, no el nombre de Pablo (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista, t. 6, pp. 1063, 1064).

Al quemar estos libros de magia, los conversos efesios mostraron que ahora aborrecían las cosas en las cuales se habían deleitado una vez. Era por la magia cómo habían ofendido especialmente a Dios y puesto en peligro sus almas; y contra la magia manifestaron tal indignación. Así dieron evidencia de su verdadera conversión.

Estos tratados sobre adivinación contenían reglas y formas de comunicarse con los malos espíritus. Eran los reglamentos del culto de Satanás, instrucciones para solicitar su ayuda y obtener de él información. Reteniendo estos libros, los discípulos se hubieran expuesto a la tentación; vendiéndolos, hubieran colocado la tentación en el camino de otros. Habían renunciado al reino de las tinieblas; y para destruir su poder, no vacilaron ante ningún sacrificio. Así la verdad triunfó sobre los prejuicios de los hombres, y también sobre su amor al dinero.

Por esta manifestación del poder de Cristo, se ganó una poderosa victoria en favor del cristianismo en la misma fortaleza de la superstición. La influencia que tuvo fue más extensa de lo que aun Pablo comprendía.  Desde Efeso las nuevas se extendieron ampliamente, y se dio un poderoso impulso a la causa de Cristo. Mucho después que el apóstol mismo hubo terminado su carrera, estas escenas vivían en la memoria de los hombres, y eran el medio de ganar conversos para el evangelio (Los hechos de los apóstoles, p. 234).

Podemos ejercer una influencia, una influencia poderosa en el mundo… Debemos tener por único blanco la gloria de Dios. Debemos trabajar con toda la inteligencia que Dios nos ha dado, colocándonos donde fluye la luz, para que la gracia de Dios pueda derramarse sobre nosotros para amoldarnos y conformarnos a la semejanza divina. El cielo está esperando otorgarles sus más ricas bendiciones a aquellos que quieran consagrarse para hacer la obra de Dios en estos últimos días de la historia del mundo (La maravillosa gracia de Dios, p. 272).

Elena G.W

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