Domingo 26 de mayo – EL SANTUARIO Y LA LEY – EL FUNDAMENTO DEL GOBIERNO DE DIOS

EL FUNDAMENTO DEL GOBIERNO DE DIOS “Entonces el dragón se airó contra la mujer, y fue a combatir al resto…

 Domingo 26 de mayo – EL SANTUARIO Y LA LEY – EL FUNDAMENTO DEL GOBIERNO DE DIOS

EL FUNDAMENTO DEL GOBIERNO DE DIOS

“Entonces el dragón se airó contra la mujer, y fue a combatir al resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús” (Apoc. 12:17).

Domingo: 26 de mayo

EL SANTUARIO Y LA LEY

Lee Apocalipsis 11:19; Éxodo 25:16; 31:18; y Apocalipsis 12:17. ¿Qué indican estos versículos que había en el Arca del Pacto en el Lugar Santísimo del Santuario?

 

Apocalipsis 11:19

19 Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo.

 

Éxodo 25:16

16 Y pondrás en el arca el testimonio que yo te daré.

 

Éxodo 31:18

18 Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios.

 

Apocalipsis 12:17

17 Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.

El Día de la Expiación era un día de juicio. A todo Israel se le ordenaba participar de este acontecimiento mediante el arrepentimiento, el examen de conciencia y la abstención de todo trabajo (ver Lev. 23:29-31). Solo ese día el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo para hacer expiación por el pecado. Allí, en el compartimento más íntimo del Santuario, estaba el Arca del Pacto. Dentro del Arca estaba la ley de los Diez Mandamientos de Dios, escrita en tablas de piedra. La cubierta de oro del Arca se denominaba Propiciatorio, donde se rociaba la sangre para purificar el Santuario del pecado. La presencia de Dios se manifestaba en la gloria de la Shekiná sobre el Propiciatorio. Cada sacrificio ofrecido revelaba la misericordia de Dios hacia los seres humanos pecadores, pero el Día de la Expiación muestra que el pecado se recuerda hasta el día del Juicio (Heb. 10:3) y que realmente solo podía ser eliminado mediante la fe en la sangre de Cristo para limpiar el pecado (1 Ped. 1:18, 19). Allí, en la presencia de Dios, la misericordia y la justicia se combinan maravillosamente.

Al mirar hacia el Santuario celestial, el apóstol Juan vio “el templo de Dios […] abierto” y el “arca de su pacto” revelada (Apoc. 11:19, RVR). El conflicto de los siglos añade este comentario: “En el Lugar Santísimo, en el Santuario celestial, la Ley divina se encuentra sagradamente guardada; es la Ley que fue promulgada por Dios mismo entre los truenos del Sinaí y escrita con su propio dedo sobre las tablas de piedra. La Ley de Dios en el Santuario celestial es el gran original, del que los preceptos grabados en las tablas de piedra y registrados por Moisés en el Pentateuco eran una copia exacta. Los que llegaron a entender este punto importante fueron inducidos a ver el carácter sagrado e invariable de la Ley divina” (pp. 486, 487).

Cuando los primeros creyentes adventistas estudiaron las enseñanzas bíblicas sobre el Santuario, comprendieron la importancia de la Ley de Dios y del sábado en su centro. Razonaron que, si la Ley de Dios estaba representada en el Arca del Pacto en el Santuario celestial, indudablemente no podría haber sido eliminada en la Cruz.

Piensa en el sábado, que velozmente llega a nosotros cada semana, y sin excepción. ¿Qué debería decirnos eso sobre la importancia de la doctrina de la Creación? ¿Qué otra doctrina tiene un recordatorio tan poderoso y recurrente?

Comentarios Elena G.W

Juan dice en el Apocalipsis: «El templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo» (Apocalipsis 11:19). Juan vio en visión al pueblo del Señor que esperaba su venida y que buscaba la verdad. Cuando el templo de Dios fue abierto para su pueblo, brilló la luz de la ley de Dios que estaba en el arca. En la proclamación del mensaje del tercer ángel aparecen en escena los que reciben esta luz (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, p. 1173).

[M]ientras orábamos el Espíritu Santo descendió sobre nosotros…  Pronto perdí el conocimiento de las cosas terrenas y quedé arrobada en una visión de la gloria de Dios. Vi un ángel que con presteza volaba hacia mí. Me llevó rápidamente desde la tierra a la santa ciudad, donde vi un templo en el que entré. Antes de llegar al primer velo, pasé por una puerta. Levantóse ese velo, y entré en el Lugar Santo…

En él vi un arca, cuya cubierta y lados estaban recubiertos de oro purísimo. En cada extremo del arca había un hermoso querubín con las alas extendidas sobre el arca . . . Dentro del arca estaba el vaso de oro con el maná, la florida vara de Aarón y las tablas de piedra, que se plegaban la una sobre la otra como las hojas de un libro. Abriólas Jesús, y vi en ellas los diez mandamientos escritos por el dedo de Dios. En una tabla había cuatro, y en la otra seis. Los cuatro de la primera brillaban más que los otros seis. Pero el cuarto, el mandamiento del sábado, brillaba más que todos, porque el sábado fue puesto aparte para que se lo guardase en honor del santo nombre de Dios. El santo sábado resplandecía, rodeado de un nimbo de gloria. Vi que el mandamiento del sábado no estaba clavado en la cruz, pues de haberlo estado, también lo hubieran estado los otros nueve, y tendríamos libertad para violarlos todos, así como el cuarto. Vi que, por ser Dios inmutable, no había cambiado el día de descanso; pero el papa lo había transferido del séptimo al primer día de la semana, pues iba a cambiar los tiempos y la ley (Primeros escritos, pp. 32, 33).

El sábado, como séptimo día, no se halla en ninguna incertidumbre. Es el monumento conmemorativo de la obra de creación. Es un monumento conmemorativo establecido por el cielo, que debe observarse como una señal de obediencia. Dios escribió toda la ley con su dedo en dos tablas de piedra…

[N]o permita que su fe falte. Debemos sostener en alto nuestros distintivos: los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Todos los que mantienen firmemente el principio de su confianza hasta el fin, observarán el sábado como séptimo día, que llega hasta nosotros determinado por el sol (Mensajes selectos, t. 3, pp. 364, 365).

Elena G.W

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