Domingo 30 de junio – EL MISIONERO FRACASADO – EL COMIENZO DEL EVANGELIO

EL COMIENZO DEL EVANGELIO “Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios.…

 Domingo 30 de junio – EL MISIONERO FRACASADO – EL COMIENZO DEL EVANGELIO

EL COMIENZO DEL EVANGELIO

“Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios. Decía: ‘El tiempo se ha cumplido, el reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse, y crean al evangelio!’ ” (Mar. 1:14, 15).

Domingo: 30 de junio

EL MISIONERO FRACASADO

Lee Hechos 12:12. ¿Cómo se lo presenta a Marcos en el libro de Hechos?

 

Hechos 12:12

12 Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando.

Parece verosímil que Juan Marcos, el más probable autor del Evangelio de Marcos, era un hombre joven cuando ocurrieron los hechos registrados en Hechos 12, tal vez a mediados de la década del año 40 del primer siglo. Se lo presenta en el versículo 12 como el hijo de una mujer llamada María. Evidentemente, ella era adinerada y simpatizante de la iglesia, y fue anfitriona de la famosa reunión de oración –celebrada en su hogar– que registra Hechos 12. Tanto la historia de la huida de Pedro de la prisión, y de los hechos que le siguieron, como la subsiguiente muerte de Herodes, están repletos de contrastes asombrosos y aun jocosos entre Pedro y el rey. Juan Marcos, en realidad, no juega ningún papel en la historia, pero la presentación que se hace de él en este punto es la preparación para su posterior conexión con Pablo y Bernabé.

Lee Hechos 13:1 al 5 y 13. ¿Cómo se vinculó Juan Marcos con Saulo y Bernabé, y cuál fue el resultado?

 

Hechos 13:1-5 y 13

1 Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando estos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron. Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre. Y llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan de ayudante.

13 Habiendo zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros arribaron a Perge de Panfilia; pero Juan, apartándose de ellos, volvió a Jerusalén.

Hechos 13 describe el primer viaje misionero de Saulo y Bernabé a comienzos del año 46 d.C. aproximadamente. Juan Marcos no es mencionado hasta el versículo 5, y su rol es simplemente el de un ayudante, o servidor. No se hace ninguna otra referencia al joven hasta el versículo 13, donde el breve reporte señala que volvió a Jerusalén.

No se da ninguna razón para su partida, y la ausencia de cualquier descripción acerca de sus sentimientos o emociones deja librado a la imaginación qué pudo haber motivado su abandono del esfuerzo misionero, que estaba sin duda lleno de peligro y desafíos. Elena de White indica que “Marcos, abrumado por el temor y el desaliento, vaciló por un tiempo en su propósito de entregarse de todo corazón a la obra del Señor. No acostumbrado a las penurias, se desalentó por los peligros y las privaciones del camino” (Los hechos de los apóstoles, pp. 139, 140). En resumen, las cosas simplemente se tornaron demasiado duras para él, y quiso irse.

¿Quién no sabe por experiencia lo que significa retroceder ante algo, o incluso fracasar rotundamente, sobre todo en cuestiones espirituales o que tienen que ver con la senda cristiana? ¿Qué aprendiste de esa experiencia?

Comentarios Elena G.W

Pablo… juzgó desfavorable] y aun severamente por un tiempo a Marcos. Bernabé, por otro lado, se inclinaba a excusarlo por causa de su inexperiencia. Anhelaba que Marcos no abandonase el ministerio, porque veía en él cualidades que le habilitarían para ser un obrero útil para Cristo. En años ulteriores su solicitud por Marcos fue ricamente recompensada; porque el joven se entregó sin reservas al Señor y a la obra de predicar el mensaje evangélico en campos difíciles. Bajo la bendición de Dios y la sabia enseñanza de Bernabé, se transformó en un valioso obrero (Los hechos de los apóstoles, p. 138).

Dios ha dado a cada cual una obra que hacer en relación con su reino. Cada uno de los que profesan el nombre de Cristo debe trabajar ferviente y desinteresadamente, dispuesto a defender los principios de la justicia. Todos deben tomar una parte activa en fomentar la causa de Dios. Cualquiera que sea nuestra vocación, como cristianos tenemos una obra que hacer para dar a conocer a Cristo al mundo. Hemos de ser misioneros y tener por blanco principal ganar almas para Cristo.

Dios confió a su iglesia la obra de difundir la luz y proclamar el mensaje de su amor. Nuestra obra no consiste en condenar ni denunciar, sino en atraer juntamente con Cristo, rogando a los hombres que se reconcilien con Dios. Debemos estimular a las almas, atraerlas y ganarlas para el Salvador. Si este no es nuestro interés, si rehusamos dar a Dios el servicio del corazón y la vida, le robamos al negarle nuestro tiempo, dinero, esfuerzo e influencia. Al dejar de beneficiar a nuestros semejantes, robamos a Dios la gloria que obtendría por la conversión de la gente…

Empiecen en casa, en su propia familia, en su propio vecindario, entre sus propios amigos; los que desean trabajar para Dios. Allí encontrarán un campo misionero favorable. Esta obra misionera será una prueba de su habilidad o incapacidad para servir en un campo más amplio (Testimonios para la iglesia, t. 6, pp. 426, 427).

Cristo y él crucificado debiera llegar a ser el tema de nuestros pensamientos, debiera despertar las más profundas emociones de nuestra alma. Los verdaderos seguidores de Cristo apreciarán la gran salvación que él logró para ellos; y dondequiera que él los guíe, ellos lo seguirán. Lo considerarán un privilegio llevar cualquier carga que Cristo pueda colocar sobre ellos. Es solo por medio de la cruz como podemos estimar el valor del alma humana. Es tan grande el valor de los hombres por quienes Cristo murió que el Padre está satisfecho con el precio infinito que él paga por la salvación del hombre al entregar a su propio Hijo para morir por su redención…

¡Qué obra responsable la de unirse con el Redentor del mundo en la salvación de los hombres! Esta tarea requiere abnegación, sacrificio y benevolencia, perseverancia, valentía y fe (Testimonios para la iglesia, t.2, pp. 560, 561).

Elena G.W

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