• enero 22, 2024

Enero 22 – SUS PALABRAS SON MI ALIMENTO – Mi Vida Hoy

TEMA: UNA VIDA CONSAGRADA MI VIDA HOY Halláronse tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por…

 Enero 22 – SUS PALABRAS SON MI ALIMENTO – Mi Vida Hoy

TEMA: UNA VIDA CONSAGRADA

MI VIDA HOY

Halláronse tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón. (Jer. 15:16)

Es imposible que ningún cerebro humano agote la verdad o promesa de la Biblia. Este capta la gloria desde un punto de vista; aquél, desde otro; sin embargo no discernimos nada más que radiantes reflejos. La irradiación plena está fuera del alcance de nuestra vista. Al contemplar las grandes cosas de la Palabra de Dios, miramos dentro de una fuente que se ensancha y ahonda bajo nuestra vista. Su anchura y profundidad sobrepujan nuestro conocimiento. Al mirar, la visión se amplía; se extiende ante nosotros un mar ilimitado. Un estudio tal tiene poder vivificador. La mente y el corazón adquieren nueva fuerza y vida.

Este resultado es la suprema evidencia de que Dios es el autor de la Biblia. Recibimos la Palabra de Dios como alimento para el alma y se presentan las mismas evidencias que cuando nuestro cuerpo se nutre de pan. Este satisface las necesidades de nuestra naturaleza; sabemos por experiencia que genera la sangre, los huesos y el cerebro. Aplíquese la misma prueba a la Biblia; ¿qué resultado se produce cuando sus principios se convierten verdaderamente en elementos del carácter? ¿Qué cambios se verifican en la vida? “Las cosas viejas pasaron; he aquí, todas son hechas nuevas.” Con su poder hombres y mujeres han destrozado las cadenas de los hábitos pecaminosos. Han renunciado al egoísmo. Los profanadores se volvieron reverentes; los bebedores, abstemios; los libertinos, puros. Muchas almas que reflejaban la imagen de Satanás, se transformaron a la imagen de Dios. Esa transformación es, en sí misma el milagro de los milagros. El cambio que obra la Palabra es uno de los misterios más profundos de la misma. No podemos comprenderlo; no podemos hacer más que creer que, como lo declaran las Escrituras, todo se debe a “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.” Si conocemos este misterio, tenemos en nuestras manos la llave que abre todos los demás, y que despliega ante el alma los tesoros del universo y las posibilidades de un desenvolvimiento infinito. (ST, 25-04-1906) (27)

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