Sé que, a las mujeres en general, no nos gustan mucho las cosas que tienen que ver con batallas ni con guerras. No creas que tengo fijación con este tema, pero resulta que, en la Biblia, hay otro pasaje muy significativo que nos recuerda que la vida es un “conflicto bélico” y que el pueblo de Dios no debe ignorar esta realidad.
Si la ignoráramos, ¿cómo podríamos prepararnos para la ocasión? El apóstol Pablo nos dice en qué consisten, tanto la batalla como la preparación:
Busquen su fuerza en el Señor, en su poder irresistible. Protéjanse con toda la armadura que Dios les ha dado, para que puedan estar firmes contra los engaños del diablo. Porque no estamos luchando contra poderes humanos, sino contra malignas fuerzas espirituales del cielo, las cuales tienen mando, autoridad y dominio sobre el mundo de tinieblas que nos rodea.
Por eso, tomen toda la armadura que Dios les ha dado, para que puedan resistir en el día malo y, después de haberse preparado bien, mantenerse firmes. Así que manténganse firmes, revestidos de la verdad y protegidos por la rectitud. Estén siempre listos para salir a anunciar el mensaje de la paz (Efe. 6:10-15).
Yo, que soy una pacifista convencida, tengo que mentalizarme de que hay por ahí enemigos rondándome. Enemigos que no son de carne y hueso, sino “fuerzas espirituales” de otro tipo.
Con ignorarlo, no gano nada. Reconociéndolo, me preparo, no para el ataque, sino para la defensa, para resistir. Formo parte del movimiento de la resistencia. Una resistencia que consiste en ponerme diariamente la armadura de Dios y salir a anunciar el mensaje de la paz.
En este segundo punto quiero hacer un hincapié especial.
Me resulta imposible pensar que Dios quiera que yo permanezca pasiva y deje en manos de otros la obra que la iglesia debe hacer en los últimos tiempos de “salir a anunciar el mensaje de la paz” (Efe. 6:15).
Una pasividad de ese tipo no llegaría a ninguna parte en ninguna guerra, y tampoco sería justa para el resto de la iglesia. La resistencia eficaz es conjunta, es activa, es contundente. Y precisamente por esas características, se hace oír.
Querida amiga, estamos inmersas en un conflicto, luchando contra poderes enormes. Para que puedas estar firme, busca tu fuerza en el Señor. Toma la armadura que el Señor te ha dado y sal a la vida como una guerrera llena del poder de Dios.
Un poder que, allá donde va, lleva el mensaje de la paz y nos permite resistir frente al mal.
“Tomen toda la armadura que Dios les ha dado” (Efe. 6:13).