Enero 29 – AL ENSEÑARNOS NOS DA SU PAZ – Mi Vida Hoy

Vuestro hogar es un pequeño mundo en sí…. Vosotros sois los que decidiréis si vuestros hijos preferirán servir a Dios o a Mammón; si elegirán la vida perdurable o la muerte eterna. . . .

Como los patriarcas de la antigüedad, los que profesan amar a Dios deberían erigir un altar dondequiera que claven su tienda. … Que el padre, como sacerdote de la familia, ponga sobre el altar de Dios el sacrificio matutino y el vespertino, mientras la esposa y los hijos se unen en oración y alabanza. En un hogar semejante Jesús se complacerá en morar.

Cada hogar cristiano debe irradiar una luz santa. Se debe revelar amor en cada acción. El amor debe manifestarse en todos los momentos de la vida hogareña, evidenciándose en la solicitud, la bondad, en la cortesía suave y generosa. Hay hogares en donde se pone en práctica este principio; son hogares donde se adora a Dios y donde reina el amor más genuino. De esos hogares las oraciones matutinas y vespertinas se elevan hacia Dios como incienso suave, y sus misericordias y bendiciones descienden sobre los suplicantes como rocío matutino. (RH, 23-12-1902)

Levantemos nuestros ojos hacia la puerta abierta del santuario celestial, donde la luz de la gloria de Dios resplandece en el rostro de Cristo, quien “también, puede salvar hasta lo sumo a los que se acercan a Dios por medio de él. …”

El alma puede elevarse hasta el cielo en las alas de la alabanza. Dios es adorado con cánticos y música en las mansiones celestiales, y al expresar nuestra gratitud nos aproximamos al culto de los habitantes del Cielo. “El que ofrece sacrificio de alabanza me glorificará.” Presentémonos, pues, con gozo reverente delante de nuestro Creador con “acciones de gracias y voz de melodía”. (CC:104-106) (34)