• febrero 11, 2024

Febrero 11 – TRANSFORMA MI CARÁCTER – Mi Vida Hoy

TEMA: UNA VIDA LLENA DEL ESPÍRITU MI VIDA HOY Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un…

 Febrero 11 – TRANSFORMA MI CARÁCTER – Mi Vida Hoy

TEMA: UNA VIDA LLENA DEL ESPÍRITU

MI VIDA HOY

Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma semejanza, como por el Espíritu del Señor.
(2 Cor. 3:18)

Por medio del Espíritu es como el corazón se vuelve puro. Por medio del Espíritu el creyente participa de la divina naturaleza. Cristo ha dado su Espíritu como una fuerza divina que nos capacitará para vencer todas las tendencias hereditarias y cultivadas que nos arrastran hacia el mal y que grabará su propio carácter en su iglesia…

Cuando el Espíritu de Dios se posesiona del corazón, transforma la vida. Se desechan los pensamientos pecaminosos, se renuncia a las malas acciones; el amor, la humildad y la paz ocupan el lugar de la ira, la envidia y las rencillas. La tristeza es desplazada por la alegría y el semblante refleja el gozo del cielo. Nadie ve la mano que levanta la carga ni ve cómo desciende la luz de los atrios celestiales. La bendición llega cuando por fe el alma se entrega a Dios. Entonces ese poder que ningún ojo humano puede ver, crea un nuevo ser a la imagen de Dios.

El Espíritu Santo es el aliento de la vida espiritual en el alma. La dación del Espíritu es dación de la vida de Cristo. Infunde en quien lo reciben los atributos del Maestro…

La religión que viene de Dios es la única que llevará a Dios. Para servirlo rectamente, debemos haber nacido del Espíritu divino. Este purificará el corazón y renovará la mente, dándonos una capacidad nueva para conocer y amar al Señor. Nos inspirará a obedecer voluntariamente todos sus requerimientos. Esto es verdadero culto. Tal es el fruto de la obra del Espíritu Santo. El Espíritu redacta cada oración sincera, para que sea aceptable a Dios. Cuando quiera que un alma busca a Dios, se manifiesta la obra del Espíritu, y Dios se revela a esa alma. Esos son los adoradores que él busca. Aguarda para recibirlos y convertirlos en hijos suyos. (RH, 19-11-1908) (48)

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