Recientemente, una amiga que regresaba a la ciudad tras un viaje de fin de semana, me llamó cuando iba a mitad de camino y me dijo:
—Mónica, ¿podrías ir a mi casa y prepararme algo de comer para tenerlo listo al llegar?
—No le pidas peras al olmo —le respondí yo, que no soy muy fan de la cocina.
—Uy peras al horno, siii, qué ricooo —me dijo ella.
—¡¡¡Olmo!!! —grité yo, creyendo que esa sola palabra sería tan clara como había creído que lo serían mis otras seis palabras anteriores.
—¿Olmo? ¿Quién es Olmo? —me preguntó ella.
Me dio un ataque de risa, que también la hizo reír a ella y a las dos personas que la acompañaban, y que me escuchaban por el manos libres.
Después de las carcajadas, hablamos del tema de fondo: lo fácil y frecuente que es malinterpretar o no entender lo que otro dice. Lo peor es que, a menudo, creyendo uno que, para el otro, el mensaje quedó claro.
Es importante ser conscientes del impacto de nuestras habilidades comunicativas. Aprender a hablar de tal manera que nuestro mensaje sea claro, sencillo, directo y al punto, respetuoso con el tiempo y la atención ajena, es algo de suma importancia.
Quien no sabe comunicarse tiene grandes desventajas, pues la gente es menos paciente con ellos y se desaprovechan así oportunidades de pasar a temas más profundos. Pero, como dice la Biblia, “todos fallamos mucho. Si alguien nunca falla en lo que dice, es una persona perfecta” (Sant. 3:2, NVI). Aprender a comunicarse es una carrera que dura toda la vida, y que comienza por tener claridad mental, desarrollar un pensamiento estructurado y tener unas ideas bien fundamentadas.
El Dr. en psicología Clifford Lazarus nos da cuatro claves para comunicarnos bien:19 1) asegúrate de que la otra persona te está prestando atención; 2) que tu lenguaje verbal y no verbal estén en sintonía; 3) no des vueltas ni te desvíes del punto esencial que quieres transmitir; 4) haz preguntas sobre lo que acabas de decir para ver si se entendió.
Y yo añado: no uses palabras muy cultas ni expresiones que quizás solo entienden en tu país; y, cuando te rías, hazlo sin ofender. Mejor comer peras al horno en compañía que pedir peras al olmo en solitario.
“Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor” (Sal. 19:14, NVI).
19 Psychology Today en línea, “Simple Keys to Effective Communication”, [consultado en julio de 2011].