Un grupo de jóvenes pescadores estaban preocupados porque sus aguas habían sido invadidas por miles y miles de estrellas de mar, que ponían en peligro su sustento. Ante el riesgo de que se vieran mermados sus ingresos por esta razón, acordaron pasar un día atrapando tantas estrellas de mar como les fuera posible y así mismo lo hicieron.
Después de atraparlas, decidieron cortarlas en pedazos para matarlas y acabar así con ellas de una vez. Tras haberlas cortado en pedazos, las arrojaron de nuevo al mar, a falta de un lugar mejor en el que deshacerse de sus cuerpos.
No imaginaban que existen estrellas de mar que “se reproducen asexualmente, regenerando un cuerpo completo a partir de un solo brazo, e incluso a partir de fragmentos de solo un centímetro de largo”.11
La mayoría de aquellos trozos que arrojaron al mar produjeron miles de nuevas estrellas. Lo que pretendía ser la solución definitiva contra la reproducción de aquel peligro se convirtió en todo lo contrario.
Este suceso trae a mi mente la frase de Tertuliano, con la que daba fe de una de las experiencias más memorables de la iglesia cristiana primitiva: “La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”.
Lo mismo que con las estrellas de mar, en el caso de los primeros cristianos todo intento de eliminarlos por medio de la muerte cosechaba el resultado contrario. La muerte injusta de los mártires hacía que cada vez más personas se unieran a la causa del evangelio de Cristo.
Dos mil años después, yo me pregunto: ¿Qué sucede hoy cuando sufrimos algún tipo de persecución u oposición por causa de nuestra fe? ¿O es que nos ocultamos para evitar sufrirlos? ¿Nos aislamos para no tener problemas? ¿Nos cansamos de sufrir? ¿O somos capaces de ver ese sufrimiento como semilla de algo más grande y profundo, logrando así transcenderlo?
Vayamos un poquito más allá con la siguiente pregunta: ¿Qué estamos haciendo para potenciar el desarrollo de la fe cristiana ahí donde vivimos? ¿En qué ayudamos a otros, que tal vez están teniendo dificultades por causa de sus creencias? Porque yo soy la sal de la tierra, pero si la sal se vuelve insípida, no sirve para nada (ver Mat. 5:13).
“Para mí, mi propia vida no cuenta, con tal de que yo pueda correr con gozo hasta el fin de la carrera y cumplir el encargo que el Señor Jesús me dio de anunciar la buena noticia del amor de Dios” (Hech. 20:24).
11 http://www.thebiologistapprentice.com/blog/reproduccion-en-las-estrellas-de-mar [consultado en julio de 2017].